Ganadería: qué modelo rinde más y cómo cambia el resultado al integrarla con agricultura
La discusión sobre qué modelo de ganadería es más rentable vuelve a ganar protagonismo en un contexto en el que los márgenes se miran con lupa y las decisiones productivas se piensan cada vez más en clave de largo plazo. En ese marco, un análisis económico presentado por la región CREA Sudeste puso números concretos sobre la mesa y permitió comparar distintos planteos de ganadería y su integración con la agricultura, bajo supuestos homogéneos y criterios financieros claros.
El trabajo sobre la ganadería fue expuesto por Nicolás Pasman, asesor del CREA Arroyo Las Flores, durante la Jornada de Actualización Técnica “Rotación con Pasturas: el camino hacia sistemas mixtos sostenibles”, realizada en Monte, provincia de Buenos Aires. Allí se compararon tres modelos ganaderos —cría, recría de compra y recría capitalizada— y dos esquemas agrícolas, con y sin pasturas, para evaluar cuál ofrece mejores resultados económicos cuando se los analiza de manera aislada y combinada.
Para realizar la comparación, el equipo modelizó cada sistema de ganadería replicando ingresos y egresos a lo largo de los años, incorporando alquiler en todas las actividades y considerando un costo de oportunidad del 3%, equivalente al rendimiento de un plazo fijo en dólares. A partir de esos flujos se calcularon dos indicadores clave: el Valor Actual Neto (VAN), que muestra cuánto dinero devuelve la inversión descontados los costos y la tasa, y la Tasa Interna de Retorno (TIR), que refleja la rentabilidad efectiva del negocio.
Ganadería: cría, recría de compra o recría capitalizada
En el caso de la cría, el modelo se construyó sobre una superficie de 100 hectáreas, con una carga de 2 EV por hectárea, un destete del 84% y una producción de 230 kilos de carne por hectárea. La base forrajera fue una pastura de alfalfa y festuca implantada en toda la superficie. La inversión inicial incluyó la compra de 200 vacas, la implantación de las pasturas y la adquisición de toros, mientras que los ingresos provinieron de la venta de terneros, terneras y vacas de descarte. El resultado económico fue ajustado: la TIR alcanzó apenas el 0,19%, por debajo del costo de oportunidad considerado. “Como inversión aislada, la cría no compite con alternativas financieras simples”, explicó Pasman.

El panorama de la ganadería cambia cuando se analiza la recría de compra. En este esquema, el sistema ingresa terneros de 190 kilos y los vende con 390 kilos tras un año de recría, con una ganancia diaria de 0,55 kilos por cabeza. Con una producción de 700 kilos de carne por hectárea, apoyada en pasturas y suplementación con silo de maíz, el modelo mostró una TIR del 21%. Aun con mayores gastos operativos por la compra anual de animales, el volumen de kilos producidos y vendidos permitió que este planteo se ubicara claramente por encima del costo del dinero.

La recría capitalizada, en tanto, presentó una estructura más liviana en términos de inversión inicial. El sistema de ganadería trabajó con una ganancia diaria algo menor, de 0,48 kilos por cabeza, sin uso de silo y con la incorporación de verdeos de invierno para reducir costos. En este caso, la inversión inicial se concentró en la implantación de pasturas, y los ingresos provinieron del 60% de los kilos producidos, bajo un esquema típico de capitalización. El resultado fue una TIR del 13%, superior al costo de oportunidad y atractiva para empresas con restricciones de capital.

El análisis también incorporó dos modelos agrícolas: uno tradicional, con los rindes promedio de la zona, y otro que contempló una mejora del 11% en los rendimientos luego de cinco años de integrar ganadería con pasturas. Bajo los mismos supuestos económicos, la agricultura pura mostró una TIR del 5%. Sin embargo, cuando se aplicó la mejora de rindes asociada a la inclusión de pasturas, la rentabilidad saltó al 18%, evidenciando el impacto positivo de los sistemas mixtos sobre el desempeño agrícola.

El paso siguiente fue integrar ambos mundos. Al combinar cada modelo ganadero con agricultura posterior a pasturas, los resultados se ajustaron de manera significativa. La cría, que partía de una TIR cercana a cero, mejoró hasta el 4%, ubicándose apenas por encima del costo del dinero. La recría capitalizada pasó del 13% al 19%, mientras que la recría de compra mantuvo su liderazgo con una TIR del 21%, incluso al sumar agricultura al sistema.

Al observar el conjunto, la recría de compra seguida por agricultura post pastura emerge como la alternativa más rentable, con el VAN más elevado y la mayor tasa de retorno. La recría capitalizada, en cambio, se destaca por su baja inversión inicial y su flexibilidad, lo que la vuelve atractiva para empresas que buscan eficiencia con menor exposición de capital. La cría, si bien mejora al integrarse con agricultura, sigue mostrando resultados más ajustados desde lo estrictamente financiero.
Más allá de los números, el mensaje central del análisis es que la elección del modelo no debería basarse únicamente en la TIR o el VAN. La disponibilidad de capital, la estructura del establecimiento, los recursos humanos y los objetivos de la empresa son factores determinantes. En ese sentido, los sistemas mixtos aparecen como una herramienta clave para mejorar la resiliencia productiva y económica, y para pensar la ganadería no solo como un negocio de corto plazo, sino como parte de una estrategia integral y sostenible en el tiempo.
Con información de Contenidos CREA
