Ganadería bajo presión: inundaciones, tasas y maíz complican la ecuación de los feedlots

El clima que venía favoreciendo a la ganadería en gran parte del país comienza a mostrar señales de alerta. Las inundaciones en el centro y norte bonaerense, el aumento de las tasas de interés y la suba del precio del maíz modifican de manera significativa el panorama para los productores y feedlots, obligando a replantear estrategias y costos.
Los últimos informes del Mercado Ganadero de Rosario (Rosgan) advierten sobre los riesgos que estas variables representan para la oferta de hacienda y la dinámica de los corrales de engorde. El exceso hídrico afecta campos y accesos, retrasando los movimientos de animales y generando la necesidad de readaptar sistemas productivos. La combinación de estas situaciones genera un clima de incertidumbre que impacta directamente en la rentabilidad de la ganadería.
La capacidad de adaptación se vuelve clave, sobre todo en zonas como el centro-norte de Buenos Aires, el sur de Santa Fe y el sudeste de Córdoba, donde los campos están severamente anegados. Muchos establecimientos podrían optar por encierres de animales para proteger la producción y mantener la terminación de la invernada, aunque esto implique un aumento de los costos financieros y de alimentación.

Impacto de las tasas de interés en el negocio ganadero
El Rosgan destaca que el aumento de las tasas financieras se ha vuelto un factor crítico para la rentabilidad de los feedlots. Hasta hace poco, el costo financiero representaba cerca del 6% del total de la operación, con pérdidas de $65.000 por cabeza en un ciclo convencional de engorde de 130 días.
Ahora, con tasas 2,5 veces superiores, la pérdida estimada se dispara a más de $160.000 por cabeza, cerca del 14% del costo total de la operación. “En definitiva, bajo estos parámetros, el negocio se vuelve prácticamente insostenible”, señala el informe. Esto refleja cómo variables externas, como el costo del dinero, pueden alterar drásticamente la ecuación del engorde intensivo, incluso sin cambiar otros factores productivos.
El aumento del maíz, otro desafío
Sumado al impacto financiero, el incremento en el precio del maíz disponible también presiona sobre los márgenes del engorde. En los últimos dos meses, el precio del grano subió un 14%, mientras que el precio del gordo apenas aumentó un 3%. Esto encarece la relación de compra de insumos, ya que actualmente se requieren unos 70 kilos de hacienda terminada para adquirir una tonelada de maíz.

Aunque este valor aún se mantiene dentro de un rango relativamente favorable, la tendencia sigue siendo alcista, especialmente por la mayor presión de oferta de hacienda gorda que suele registrarse en esta época del año. Esto puede alterar la planificación de engorde y la disponibilidad de animales terminados para los feedlots.
Inundaciones y ajuste de programas productivos
Las recientes inundaciones complican aún más el escenario de la ganadería. Las zonas más afectadas incluyen el este de Córdoba, el centro-sur de Santa Fe, Entre Ríos y gran parte de Buenos Aires. Lo que hasta hace poco funcionaba como un sistema integrado de recría a campo y engorde a corral, apoyado por condiciones climáticas favorables, ahora se ve amenazado.
El Rosgan advierte que el cambio en las condiciones forzará replanteos en los programas extensivos implementados hasta el momento en la ganadería. Si la situación se agrava, esto podría alterar significativamente la oferta de hacienda terminada durante los próximos meses, con efectos directos en los corrales, los precios y la rentabilidad general del sector.

Adaptación y perspectiva
En este contexto, los productores y feedlots deben ajustar sus estrategias, considerando el impacto de las tasas de interés, el precio del maíz y las inundaciones sobre la ecuación de costos y márgenes. La planificación será clave para mantener la ganadería rentable y minimizar pérdidas, mientras se esperan mejoras climáticas y se busca estabilizar el suministro de hacienda y alimentos.
El Rosgan concluye que la combinación de estos factores genera un escenario complejo para la ganadería, donde la flexibilidad y la anticipación se vuelven indispensables para sostener la producción bovina en medio de desafíos inéditos para la campaña actual.