Ganadería: el Gobierno elimina el peso mínimo para faena en 2025

En una nueva señal de liberalización del mercado de la ganadería, el Gobierno nacional eliminó este martes el peso mínimo obligatorio de faena para bovinos, una normativa que estaba vigente desde 2007 y que constituía una de las tantas intervenciones estatales implementadas durante los años de gestión kirchnerista. La medida fue oficializada por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca a través de una resolución publicada en el Boletín Oficial, y forma parte de un esquema más amplio de desregulación del comercio cárnico.
El peso mínimo de faena fue originalmente concebido como un instrumento para fomentar el engorde de animales y asegurar que la carne que llegara al consumidor tuviera una mayor calidad y rendimiento. Sin embargo, con el paso del tiempo, tanto especialistas como actores del sector productivo comenzaron a cuestionar su eficacia, señalando que la regulación no cumplía su objetivo y, en cambio, generaba distorsiones en el sistema de producción y comercialización.
La resolución firmada esta semana por las autoridades de Agricultura va en línea con la filosofía del actual gobierno de Javier Milei, que apuesta por la libre decisión del productor y una menor intervención estatal en los mercados. “Los productores cuentan con los conocimientos técnicos, la experiencia y las herramientas de gestión adecuadas para determinar el momento óptimo de faena en función de sus propios objetivos productivos, comerciales y sanitarios”, se afirma en los considerandos del texto oficial.

Un cambio en la ganadería con respaldo técnico
La eliminación del peso mínimo no fue una sorpresa para el sector. Durante las últimas semanas, diferentes entidades agropecuarias venían reclamando por una mayor flexibilidad en las decisiones de manejo productivo. Según expresaron desde la Mesa de Enlace, la norma vigente limitaba la planificación individual de los establecimientos ganaderos, especialmente en regiones con condiciones ambientales adversas, donde prolongar el engorde podía implicar un alto costo económico y nutricional.
Además, desde el ámbito académico y técnico se venía sosteniendo que la calidad de la carne no depende exclusivamente del peso del animal, sino también de variables como la genética, la alimentación, el manejo y el bienestar animal. Por eso, esta medida es leída por muchos como una actualización necesaria que reconoce la capacidad profesional del productor moderno.
Aunque algunos críticos advierten que esta desregulación podría derivar en una mayor faena de animales livianos —con menor rendimiento en cortes— y, eventualmente, afectar la disponibilidad de determinados productos en góndola, desde el Gobierno niegan ese riesgo. “El mercado se autorregula”, sostienen fuentes oficiales, y argumentan que los propios frigoríficos y consumidores establecerán estándares de calidad que influirán sobre las decisiones de producción.

Otro de los impactos esperados es una mayor eficiencia en la cadena de producción, con menores tiempos de engorde y una reducción de costos para los productores. En un contexto económico complejo, donde el acceso al financiamiento y los insumos sigue siendo limitado, poder decidir cuándo faenar sin estar atado a una regulación centralizada representa un alivio importante, especialmente para los pequeños y medianos establecimientos.
La decisión también tiene una lectura política: se enmarca dentro de una batería de medidas con las que el Gobierno busca reducir la carga burocrática sobre el agro y estimular las exportaciones. En ese sentido, desde que asumió, el Ejecutivo ha eliminado cupos de exportación, liberado los registros de ventas externas y simplificado trámites administrativos.
Para las entidades del campo, esta es una señal positiva. Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y la Sociedad Rural Argentina (SRA) saludaron la medida y recordaron que venían solicitando esta modificación desde hace años. “Es una decisión que pone en valor el conocimiento técnico del productor argentino y permite una gestión más eficiente de la ganadería”, destacaron.

Un nuevo escenario para la carne
La eliminación del peso mínimo obligatorio marca un punto de inflexión en la política ganadera del país. Si bien habrá que monitorear su impacto en la oferta, la calidad y los precios de la carne, el cambio representa un paso más en la búsqueda de una producción más flexible, moderna y orientada al mercado.
En una Argentina donde la carne es mucho más que un alimento —es parte de su identidad cultural y una fuente clave de divisas—, estas decisiones trazan el camino hacia una ganadería menos atada a regulaciones y más enfocada en la eficiencia y la competitividad.