Ganadería y un 2025 con perspectivas de ser el motor económico del campo

La curva ascendente que muestra la ganadería argentina ya no se explica sólo por la cotización del novillo gordo. Detrás de los valores históricos que exhiben los mercados, hay un entramado de inversiones en genética, tecnología y manejo sanitario que reconfiguran el mapa productivo. En ese escenario se mueve Ricardo Orazi, cabañero de La Pastoriza y referente técnico de Angus, la raza que domina el rodeo nacional. “Tenemos precios récord y una demanda internacional que empuja”, sintetiza el criador en diálogo con Revista Chacra, entusiasmado con un presente que luce menos incierto que en años anteriores.
Un “combo” que funciona para la ganadería
Según Orazi, el salto no responde a un solo factor sino a la articulación de varios: “Hay capital fresco, incorporación de tecnología, mejoras en la nutrición y, sobre todo, pasión ganadera”. Para el gerente de La Pastoriza, esos ingredientes conviven con un dato clave: un recambio generacional que comenzó a verse en los remates y exposiciones. “Cada año aparecen más jóvenes comprando toros, apuntando a indicadores de fertilidad y eficiencia que quizás sus padres miraban de reojo”, describe.
El movimiento tiene correlato en los números de la ganadería. Las subastas de otoño exhibieron promedios firmes en toros Angus de pedigree y puros controlados, mientras que las vaquillonas preñadas encontraron piso en los 1.200 dólares, valores que no se veían desde 2021. “Detrás de cada martillo hay un proyecto, y ese proyecto hoy se banca con exportación, demanda interna sostenida y un contexto político que, al menos, ofrece reglas más claras”, evalúa.

Angus, a la cabeza de la mejora genética
Que la Argentina sea considerada un “supermercado de carnes premium” tiene sustento en la oferta de razas británicas adaptadas a climas diversos en la ganadería. Angus, que cubre el 60 % del rodeo, encabeza esa tendencia. Orazi subraya que el avance genético ya no es patrimonio exclusivo de las cabañas: “Los remates de invernada muestran terneros cada vez más parejos; se nota la mano de los reproductores registrados que bajaron al campo”.
Los datos del Registro Nacional de Vientres indican que en la última década se multiplicó por tres la transferencia embrionaria en rodeos comerciales y creció 45 % la inseminación artificial a tiempo fijo, dos herramientas que aceleran la difusión de genética superior. “No es un lujo, es una inversión que retorna en kilos y calidad de canal”, insiste Orazi.

Con el novillo de exportación orbitando los 4 dólares por kilo en pie —máximo de los últimos 30 años— surge la pregunta inevitable para la ganadería: ¿hasta dónde acompaña el bolsillo del consumidor? Orazi despeja el dilema asegurando que la oferta doméstica aún se mantiene competitiva. “La cadena es eficiente; si bien la hacienda vale más, la carne sigue siendo un alimento de consumo masivo en la Argentina”, señala.
El criador recuerda que producir un bife “no es barato”: insumos dolarizados, impuestos, logística y un ciclo biológico que lleva al menos dos años. Pero sostiene que la ecuación cierra porque hay mejora de productividad. “El objetivo es ofrecer cortes tiernos, con marmoleo, y eso empieza en la cabaña: selección de padres, sanidad, buen pasto y suplementación adecuada”, explica.
El peso de la política pública
Luego de años de marchas y contramarchas, el sector percibe un cambio de clima desde diciembre. “Este gobierno, aparentemente, entiende que la ganadería debe ser política de Estado. Sin previsibilidad no hay proyecto posible”, afirma Orazi. Para el cabañero, la quita de restricciones a las ventas externas, la unificación de criterios sanitarios y la apertura de nuevos mercados —Japón para la carne patagónica y México para la cuota 500 toneladas— son señales que ganó la confianza de los productores.
En 2023 las exportaciones cerraron en 930.000 toneladas equivalentes res con hueso; el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina proyecta superar el millón este año si el ritmo de faena se sostiene. A la par, el consumo interno ronda los 50 kilos per cápita, uno de los más altos del mundo.

De la cabaña al plato
Cuando en una parrilla porteña se sirve un ojo de bife jugoso, hay una historia que empezó mucho antes en un rodeo. “Todo arranca en la elección de padres”, resume Orazi. Cada primavera, cabañas como La Pastoriza seleccionan los toros que luego diseminarán kilos y calidad por miles de hijas. Ese trabajo, mezcla de ciencia y oficio, se conjuga con manejos de bienestar animal, trazabilidad y feedlots cada vez más eficientes en la ganadería.
La foto de la ganadería muestra luces donde antes había sombras. Precios récord, mercados abiertos y sangre nueva que pisa las pistas con ideas frescas. Si el contexto macro logra sostener el rumbo, el tradicional “motor” del campo argentino puede acelerar como no lo hacía desde hace décadas.
Con información de Revista Chacra