Fin de La Niña y transición a la neutralidad: un 2025 con clima variable para el campo

El fenómeno del clima de La Niña llegó oficialmente a su fin, según informó el equipo de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica) en su actualización de mayo. Este cambio marca el ingreso del sistema climático global a una fase de neutralidad, lo que significa que las temperaturas del océano Pacífico ecuatorial han retornado a valores cercanos al promedio. La transición genera expectativas e incertidumbre sobre lo que vendrá, especialmente para el sector agropecuario argentino, que depende en gran medida de la evolución de estas condiciones, según una investigación de Meteored.
¿Qué implica la fase neutral de La Niña?
El fenómeno ENSO (El Niño – Oscilación del Sur) es clave para entender los patrones climáticos a escala global. Cuando se encuentra en fase neutral, el Pacífico no muestra un calentamiento (El Niño) ni un enfriamiento (La Niña) significativo. En esta etapa, no hay una señal clara que oriente el comportamiento de la atmósfera, lo que introduce una mayor variabilidad climática y una mayor dificultad para establecer pronósticos estacionales con alta confianza.

Según el meteorólogo Leonardo De Benedictis, de Meteored, “la neutralidad no significa un clima ‘normal’, sino una mayor influencia de otros factores locales y regionales que pueden generar patrones dispares, tanto en precipitaciones como en temperaturas”.
La fase neutral se caracteriza por la incertidumbre: puede mantenerse estable o funcionar como una etapa de transición hacia un nuevo evento Niño o Niña. De hecho, los modelos de NOAA indican que hay un 66 % de probabilidad de que se mantenga la neutralidad durante el trimestre junio-julio-agosto, y un 48 % en primavera. En ese mismo período, la posibilidad de un nuevo evento es del 24 %, mientras que El Niño alcanza el 28 %, lo que revela un escenario todavía indefinido para el segundo semestre del año.
Impacto en el agro: entre la cautela y la oportunidad
Desde una perspectiva agropecuaria, el fin de La Niña representa el cierre de un ciclo de tres años de extremos hídricos, con sequías prolongadas en buena parte del país. Aunque en sus últimos meses trajo cierto alivio en las lluvias, el regreso a una fase neutral reabre los interrogantes de cara a la próxima campaña.

Históricamente, los años neutrales en transición suelen estar asociados a campañas agrícolas más complejas. Las lluvias pueden ubicarse en valores cercanos al promedio, pero con distribución temporal irregular, lo que complica la siembra y el manejo de cultivos como maíz y soja. Esto obligará a los productores a estar atentos a los pronósticos de corto plazo, para tomar decisiones sobre fechas de siembra, elección de híbridos, manejo de fertilización y logística.
La situación es particularmente delicada en primavera, un momento clave para la planificación de la gruesa. Si bien el escenario neutral reduce el riesgo de un evento extremo como los generados por La Niña o El Niño, también implica menos previsibilidad y más exposición a los vaivenes climáticos locales.

Un invierno para observar con atención
En el corto plazo, el invierno bajo condiciones neutrales podría presentar pequeñas desviaciones de temperatura y precipitación respecto del promedio. En general, no se espera un comportamiento drásticamente anómalo, pero cualquier cambio repentino en el comportamiento del Pacífico central podría alterar las condiciones de cara a la primavera.
De Benedictis subraya la importancia del monitoreo constante del océano y la evolución de los modelos climáticos. “Estar atentos a las señales tempranas puede marcar la diferencia entre una buena campaña y una llena de contratiempos”, asegura.
El escenario climático de neutralidad obliga al sector agropecuario argentino a tomar decisiones con flexibilidad y basadas en información actualizada. Si bien la incertidumbre es mayor que en años con señales claras de Niño o Niña, también hay margen para oportunidades si se interpreta correctamente la dinámica climática.
En este contexto, la planificación estratégica, la consulta frecuente a los servicios meteorológicos y el uso de tecnología serán aliados fundamentales para enfrentar una campaña marcada por la transición climática. La clave será adaptarse, anticiparse y tomar decisiones informadas en un entorno cambiante.