Festuca y ganadería: una advertencia científica sobre un riesgo invisible


La festuca es, desde hace décadas, una de las gramíneas más utilizadas en los sistemas ganaderos de la región pampeana, valorada por su rusticidad, persistencia y buena respuesta productiva. Su capacidad para adaptarse a distintos ambientes y sostener la oferta forrajera la convirtió en una aliada clave para muchos productores. Sin embargo, investigaciones recientes vuelven a encender una señal de alerta sobre un riesgo que no siempre se tiene en cuenta.

Desde el laboratorio de calidad de semillas del INTA Pergamino, especialistas detectaron la presencia del hongo Epichloë coenophiala, un endófito que habita dentro de la planta y que, si bien mejora ciertas características agronómicas, puede provocar severos problemas sanitarios en el rodeo cuando no es identificado y manejado a tiempo.

Un hallazgo que vuelve a poner el tema en agenda

La detección del hongo en la festuca se dio en el marco de los trabajos que se realizan para el Registro Nacional de Comercio y Fiscalización de Semillas, una tarea clave para garantizar la calidad del material que llega al productor. Aunque la festucosis no es una enfermedad nueva, los técnicos advierten que su impacto sigue siendo subestimado en muchos planteos ganaderos.

El hecho de que el endófito no sea visible a simple vista y se transmita únicamente por semilla genera una falsa sensación de seguridad. Un lote puede lucir sano y productivo, pero al mismo tiempo estar alojando un problema que se manifestará recién cuando los animales comiencen a consumir el forraje de manera sostenida.

Festuca, Ganadería, Forraje

Simbiosis vegetal y consecuencias en el rodeo

Epichloë coenophiala es un hongo endófito que vive dentro de la planta de festuca y mantiene con ella una relación simbiótica. Desde el punto de vista vegetal, esta asociación resulta beneficiosa: la gramínea gana mayor vigor, persistencia y tolerancia a condiciones de estrés, como sequías o altas temperaturas.

El inconveniente surge cuando esa misma relación tiene efectos negativos sobre los animales. El hongo produce toxinas que, al ser ingeridas por el ganado, pueden desencadenar una enfermedad conocida como festucosis. Este cuadro sanitario afecta tanto a bovinos como a otros rumiantes y puede comprometer seriamente la productividad del sistema.

Síntomas y momentos de mayor riesgo

Los especialistas detallan que los signos clínicos de la festucosis son variados y muchas veces difíciles de asociar directamente al forraje. Entre los síntomas más frecuentes se encuentran la cojera, la pérdida de peso, trastornos reproductivos y una marcada disminución del desempeño general de los animales. En situaciones extremas, el cuadro puede derivar en la muerte.

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Un aspecto clave es que la concentración de toxinas no se mantiene estable durante el año. Aumenta principalmente en primavera y verano, cuando se combinan altas temperaturas y elevada humedad ambiental. Además, este período coincide con la floración y la semillazón de la festuca, lo que incrementa aún más el riesgo sanitario para el rodeo.

La importancia de la detección temprana

Frente a este escenario, la detección precoz del hongo en semillas de festuca se convierte en una herramienta estratégica. Analizar el material antes de la implantación, o incluso previo a intensificar el pastoreo, permite anticiparse y definir manejos que reduzcan el impacto negativo sobre los animales.

Desde el INTA recomiendan prestar especial atención al origen de la semilla y recurrir a análisis de calidad que incluyan la detección de endófitos. En muchos casos, una decisión tomada a tiempo puede evitar pérdidas productivas y económicas significativas.

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Ciencia aplicada para una ganadería más segura

En un contexto donde la eficiencia productiva y el bienestar animal ganan protagonismo, el trabajo del INTA Pergamino vuelve a poner en valor el rol de la ciencia aplicada al campo. Identificar un problema invisible como el del hongo de la festuca, pero con consecuencias concretas, permite mejorar la toma de decisiones y fortalecer la sustentabilidad de los sistemas ganaderos.

La advertencia es clara: la festuca sigue siendo una excelente herramienta forrajera, pero su uso debe ir acompañado de información, monitoreo y manejo adecuado. Detectar a tiempo lo que no se ve puede marcar la diferencia entre un sistema exitoso y un problema que impacta de lleno en la producción y en los números del productor.