Fertilizantes: más de la mitad de lo que consume Argentina proviene de importaciones


A pesar de contar con una producción local que alcanza 1,7 millones de toneladas anuales, Argentina sigue dependiendo del exterior para más de la mitad de los fertilizantes que utiliza el sector agropecuario. China, Marruecos y Estados Unidos encabezan la lista de proveedores, mientras que el mercado interno se mantiene atento a los vaivenes internacionales que afectan la disponibilidad y los precios.

El mercado mundial de fertilizantes está dominado por unos pocos países. China es el principal productor y consumidor, seguida por Marruecos, Rusia, Estados Unidos e India. Este escenario global condiciona el abastecimiento argentino, cuyo 56% del consumo depende de importaciones, principalmente de Marruecos, China, Estados Unidos y Perú. Esta proporción se vuelve aún más crítica en años de alta demanda agrícola o cuando los precios internacionales registran caídas significativas.

Producción local: predominio de nitrogenados y déficit de potásicos

La producción nacional se concentra en fertilizantes nitrogenados, que representan el 68% del total y se utilizan para estimular el crecimiento vegetal. Le siguen los fosfatados (25%), los azufrados (7%) y una mínima proporción de fertilizantes potásicos, cuya disponibilidad sigue siendo limitada.

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Las principales plantas productoras y distribuidoras se encuentran en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, donde también se concentran las terminales portuarias que permiten la entrada y salida de estos insumos.

En el caso de los fertilizantes nitrogenados, la urea se mantiene como la estrella del mercado, concentrando el 76% del uso. Dentro de los fosfatados, el fosfato monoamónico (MAP) lidera el consumo con un 52%, seguido por el superfosfato simple y el fosfato diamónico (DAP). Este esquema refleja las preferencias históricas de los productores argentinos, adaptadas a las necesidades de los cultivos más demandantes.

Consumo en alza: maíz y trigo, los principales demandantes

Durante la campaña 2024/25, el uso total de fertilizantes alcanzó 4,8 millones de toneladas, consolidando su rol estratégico para la producción agrícola. El maíz fue el principal consumidor con un 38% del total, seguido por el trigo (27%), la soja (8%), la cebada (7%) y los cultivos regionales, que suman otro 11%.

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La utilización creciente de estos insumos refleja la búsqueda de mejores rendimientos en un contexto de márgenes ajustados, pero también evidencia la alta dependencia de los insumos importados.

Importaciones en alza y volatilidad de precios

Pese a los esfuerzos por incrementar la producción local, Argentina sigue siendo altamente dependiente del comercio exterior, con importaciones promedio de 1.225 millones de dólares anuales en los últimos 15 años.

El conflicto entre Rusia y Ucrania y la suba de precios en 2022 provocaron picos excepcionales en las compras internacionales. Los principales puntos de ingreso son los puertos de San Nicolás, San Lorenzo y Ramallo, que concentran más del 80% del volumen importado.

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Hacia una fertilización más eficiente y sostenible

El crecimiento del uso de fertilizantes también plantea desafíos ambientales. Especialistas recomiendan mejorar la eficiencia de aplicación y reducir pérdidas por lixiviación o volatilización, especialmente en los nitrogenados. En paralelo, crece el interés por tecnologías como los biofertilizantes y los productos de liberación controlada, alternativas que podrían disminuir costos y minimizar el impacto ambiental, al tiempo que permiten sostener la productividad del agro argentino.

La combinación de innovación tecnológica, mejoras en la eficiencia de aplicación y diversificación de proveedores internacionales será clave para que Argentina pueda reducir su vulnerabilidad frente a la volatilidad global de precios y la dependencia de importaciones.

Al mismo tiempo, el impulso hacia fertilizantes más sostenibles y el desarrollo de alternativas locales podría fortalecer la resiliencia del agro, garantizando que la producción continúe creciendo de manera competitiva y responsable con el medio ambiente, asegurando así la estabilidad del sector para las próximas décadas.