Carbono: midieron 700.000 hectáreas y revelan qué cultivos más emiten y cómo reducir el impacto


La Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) presentó una nueva edición del Informe de la Red de Carbono, un estudio exhaustivo que analiza las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en más de 700.000 hectáreas distribuidas en 16 zonas agroecológicas del país. En un contexto global donde la huella climática define acceso a mercados, precios y estándares de trazabilidad, contar con información local precisa se vuelve estratégico para la competitividad de la agricultura argentina.

El mensaje central del documento es contundente: los productores que integran la Red de Carbono emiten sistemáticamente menos GEI que el promedio nacional, construido a partir del monitoreo de más de dos millones de hectáreas. Esta diferencia favorable se mantiene en casi todos los cultivos analizados y se explica principalmente por manejOS más eficientes, un uso más preciso de insumos y decisiones agronómicas ajustadas al diagnóstico de cada ambiente.

Cómo se midieron las emisiones y cuáles son las fuentes principales

El Informe 2025 sintetiza la evaluación de emisiones directas e indirectas generadas “tranqueras adentro”, es decir, aquellas asociadas al manejo agrícola: uso de combustibles fósiles, fertilización, descomposición de residuos, aplicación de insumos y consumo de energía. Este abordaje permite estimar la huella de carbono real de cada cultivo y compararla con la media nacional.

La conclusión es clara: los productores Aapresid muestran menores emisiones por hectárea y por tonelada producida. Según el reporte, esta brecha positiva se debe a factores como fertilización ajustada al diagnóstico, menor cantidad de labores, rotaciones planificadas y estabilidad productiva, prácticas que sostienen altos rendimientos sin incrementar proporcionalmente el uso de insumos.

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Ranking de emisiones: qué cultivos más impactan y por qué

El informe detalla que las emisiones por tonelada de rinde varían significativamente según el cultivo. En el ranking elaborado, el trigo aparece como el cultivo que más emisiones genera, seguido por la cebada. Esta intensidad responde principalmente a los requerimientos de fertilización nitrogenada, la fuente de emisión dominante en cultivos como trigo, maíz y girasol.

En cambio, en soja y legumbres, las principales fuentes de emisión se asocian a labores mecánicas y uso de fitosanitarios. De esta manera, las decisiones de manejo tienen un peso determinante en el impacto final, y la eficiencia en el uso de insumos aparece como la llave para reducir la huella de carbono.

Mayor rinde, menor intensidad

Uno de los datos más relevantes del informe es la relación entre rendimiento e intensidad de emisiones. A medida que el rinde aumenta, la intensidad —es decir, las emisiones por tonelada producida— disminuye. Esto ocurre porque sistemas altamente eficientes logran convertir más biomasa con la misma inversión tecnológica. Sin embargo, Aapresid aclara que aumentar el rinde no es, por sí solo, una estrategia de mitigación, sino que la mejora ambiental solo se alcanza cuando esos resultados provienen de una mayor eficiencia productiva.

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Entre las prácticas recomendadas se destacan: diagnósticos precisos, uso óptimo de insumos, planificación de rotaciones, manejo adaptado al ambiente y estabilidad en el tiempo. Todas estas decisiones permiten sostener buenos niveles de productividad reduciendo el impacto ambiental.

El carbono del suelo, el otro indicador que define la salud del sistema

El informe también analiza la evolución del carbono orgánico del suelo, un indicador esencial de salud, fertilidad y resiliencia. Si bien los incrementos de carbono son moderados incluso en rotaciones intensificadas, la mayoría de los sistemas evaluados muestra estabilidad en los niveles de carbono, lo que confirma la capacidad de la siembra directa y las rotaciones diversas para sostener la estructura y la fertilidad a largo plazo.

Según el documento, las mayores pérdidas se observan en esquemas dominados por monocultivos o secuencias exclusivamente gramíneas o leguminosas, estrategias que reducen la reposición de materia orgánica. Por el contrario, los mejores resultados surgen de planteos que combinan cultivos de verano e invierno, incorporan cultivos de servicio y mantienen una cobertura continua del suelo.

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Un insumo estratégico para la agricultura que viene

El análisis de la Red de Carbono de Aapresid ofrece una herramienta crucial para productores, exportadores y empresas que buscan alinearse con estándares ambientales internacionales. Con mercados cada vez más exigentes y una agenda global orientada a reducir las emisiones, la evidencia recopilada permite demostrar que los sistemas agrícolas argentinos pueden ser productivos y, al mismo tiempo, ambientalmente responsables.

La tendencia, según los especialistas, marca el rumbo: eficiencia, diversidad y manejo inteligente serán las claves para sostener la competitividad del agro argentino en un mundo donde el carbono comienza a tener precio propio.