El girasol vuelve a escena: proyectan una siembra récord para la campaña 2025/26


La campaña 2025/26 de girasol se perfila como una de las más importantes de las últimas dos décadas. Según el informe de precampaña elaborado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), se proyecta una superficie sembrada de 2,6 millones de hectáreas, lo que representa un crecimiento del 18,2 % respecto al ciclo anterior y un 30 % por encima del promedio de las últimas cinco campañas. De concretarse, se trataría de la segunda mayor área implantada desde que se realiza el relevamiento del Panorama Agrícola Semanal (PAS), marcando un fuerte repunte para un cultivo que había mostrado una tendencia decreciente en los últimos años.

¿El girasol por una campaña récord?

El renovado protagonismo del girasol responde a una combinación de factores climáticos, económicos y agronómicos que están redefiniendo las decisiones de siembra en distintas regiones del país. Uno de los principales motores de esta recuperación es la reactivación del interés en el noreste argentino (NEA) y el centro-norte de Santa Fe, zonas históricamente girasoleras que habían perdido superficie debido a la falta de humedad en las ventanas de siembra de campañas anteriores. Ahora, gracias a las buenas lluvias del otoño y al éxito de los rendimientos obtenidos en el último ciclo, los productores vuelven a apostar por este cultivo.

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También se observa una consolidación de la oleaginosa en provincias como Córdoba y San Luis, donde el girasol ha demostrado una notable tolerancia a condiciones adversas, convirtiéndose en una alternativa viable en años de estrés hídrico. Aunque las mejores reservas de humedad podrían favorecer el regreso de cultivos con mayor rentabilidad en algunas rotaciones, se espera que el girasol mantenga su presencia en estos territorios, al menos en niveles similares a los del ciclo pasado.

Sin embargo, no todo el panorama es uniforme. En el sur del área agrícola, particularmente en Buenos Aires y La Pampa, persisten ciertas incertidumbres. La imposibilidad de sembrar trigo en varios lotes, a causa del exceso de agua, podría abrir la puerta a una expansión del girasol en esos campos. Pero como se trata de zonas donde la siembra se inicia recién en octubre, la decisión final dependerá de lo que ocurra en las próximas ocho semanas, tanto en materia climática como económica.

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Desde el punto de vista económico, la relación insumo-producto (I/P) muestra señales mixtas. Aunque algunos costos, como los fertilizantes, han mostrado cierta estabilización, el precio de la semilla continúa en ascenso. En términos generales, la ecuación sigue siendo menos favorable que en los últimos cinco años, pero el girasol mantiene su competitividad frente a otros cultivos estivales. No obstante, cualquier variación en los precios internacionales o en los costos internos podría incidir fuertemente en la decisión de siembra.

En cuanto al clima, el otoño 2025 presentó características particulares: temperaturas cálidas y lluvias abundantes que favorecieron la recarga de perfiles, aunque también generaron demoras en la cosecha de cultivos de verano. Posteriores irrupciones de aire frío provocaron heladas intensas que, si bien implicaron riesgos, también ayudaron a reducir la presión de plagas y enfermedades.

Para el invierno, se espera un escenario de alta variabilidad: déficit hídrico en el oeste del NOA y oeste pampeano, pero buen nivel de humedad en el NEA, la región pampeana y Mesopotamia. Las heladas seguirán ocurriendo, pero con un rol positivo en el control sanitario. De cara a la primavera, se anticipa una mayor actividad tropical con lluvias generalizadas, aunque podrían presentarse heladas tardías en el sudoeste pampeano y un incremento en la presencia de plagas, lo que exigirá un monitoreo intensivo.

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El verano 2026, en tanto, podría estar dominado por condiciones climáticas entre un evento “Neutral cálido” y un “Niño débil”, con precipitaciones normales en la mayoría del país. Sin embargo, existe el riesgo de excesos en el norte y de un período seco y caluroso en zonas críticas para el girasol, especialmente durante las etapas de floración y llenado de granos en el sur del área agrícola.

Así, el cultivo de girasol se presenta como una opción atractiva en un contexto de relativa recuperación climática y necesidad de diversificación productiva. Las decisiones de los productores en las próximas semanas serán clave para confirmar esta proyección histórica.

Fuente: CRA