El frío no afloja y se intensifica: toda la Argentina en alerta menos Tierra del Fuego

La ola polar que azota al país sigue su curso con mucho frío y, lejos de ceder, se profundiza. Este martes, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) emitió alertas por temperaturas extremas para prácticamente todo el territorio argentino, con niveles naranja e incluso rojo en algunas provincias, como Chubut, donde el frío alcanzó valores extremos. Solo algunas zonas aisladas de Santa Cruz, Jujuy, la costa bonaerense y Tierra del Fuego quedaron fuera del aviso oficial.
Los registros térmicos son impactantes: en localidades como Maquinchao y Esquel, en el corazón de la cordillera patagónica, los termómetros descendieron hasta los -18°C. También en Córdoba, estaciones del Ministerio de Bioagroindustria detectaron mínimas de -15°C, reflejando un escenario que supera con creces los promedios históricos para esta época del año.
Una ola polar de alcance nacional
Las heladas llegaron a casi todas las regiones del país, de norte a sur, y la persistencia del frío es tan destacada como su intensidad. En la región núcleo, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) informó que muchas localidades acumularon más de 10 horas consecutivas con temperaturas bajo cero. Casos como los de Villegas (19 horas bajo cero), Rufino y General Pinto (18 horas), evidencian la magnitud de la irrupción de aire polar.
Cristian Russo, jefe de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la BCR, afirmó: “Estamos casi al borde de una ola polar, con registros muy por debajo de los 0°C y jornadas completas sin superar los 6 u 8 grados”. En Rosario, por ejemplo, el termómetro llegó a -0,8°C, y en otras localidades como Hernando y Carlos Pellegrini, se registraron valores de entre -6°C y -7,5°C.

El frío como aliado: trigo y maíz agradecidos
Lejos de ser una noticia negativa para el agro, el ingreso del aire polar está teniendo efectos positivos en los cultivos, especialmente en el trigo y el maíz.
En el caso del trigo, las heladas están ayudando a consolidar una excelente ventana de siembra. Según la BCR, la combinación de altas reservas de agua, buena tecnología aplicada y frío sostenido permitirá finalizar esta semana la siembra en la región núcleo, alcanzando 1,6 millones de hectáreas.
“Estamos en condiciones comparables con las de los mejores años del cereal, como 2017 y 2021”, explicó Russo, quien estima rindes de hasta 50 quintales por hectárea, si las condiciones se mantienen.
A su vez, el frío también trae buenas noticias para el maíz. Las temperaturas extremas están contribuyendo a reducir la población de chicharritas (Dalbulus maidis), una plaga que causó estragos en campañas recientes. Las heladas repetidas, especialmente en la zona pampeana, actúan como “reset natural” del sistema, bajando la presión del vector y mejorando el panorama sanitario del cultivo.

Qué esperar en los próximos días
Para lo que resta de la semana, se anticipa la continuidad del frío intenso, con mínimas persistentes y máximas que difícilmente superen los 8°C. Esto no solo prolongará las condiciones favorables para el trigo, sino que también podría retrasar las emergencias del cultivo, como anticipó Russo: “Los nacimientos van a demorar más, unos 15 días luego de la siembra, por el impacto de las bajas temperaturas”.
En el aspecto meteorológico, no se esperan lluvias durante la semana, más allá de algunas precipitaciones puntuales producto de condensación. Será, según la BCR, una semana seca y fría, óptima para completar tareas de implantación y monitoreo de plagas.

Impacto social y económico
El frío, sin embargo, también trae consecuencias fuera del agro. En las grandes ciudades, los servicios de salud y asistencia social se activan frente a la demanda de personas en situación de vulnerabilidad, y la demanda energética aumenta, poniendo presión sobre los sistemas de distribución. Además, la alerta roja en provincias como Chubut obliga a redoblar precauciones, especialmente en rutas y zonas rurales.
El color “morado” que graficó el SMN en los mapas de alerta no solo fue una curiosidad visual: es el símbolo de una situación climática extrema, que desafía a los sistemas productivos, sanitarios y logísticos del país, pero que, al mismo tiempo, abre una ventana de oportunidad para el campo argentino, en un momento clave del calendario agrícola.