El campo y el nuevo esquema cambiario: luces y sombras según CREA

El campo debe enfrentar nuevas perspectivas ante las recientes modificaciones en el esquema cambiario impulsadas por el Gobierno nacional durante abril, en el marco de su plan de estabilización macroeconómica, que han despertado tanto expectativas como incertidumbres en el sector agropecuario. Santiago Giraud, economista del Movimiento CREA, analizó los impactos de estas medidas durante su exposición en el evento “En Modo Red”, ante productores y técnicos vinculados al agro.
Giraud explicó que el nuevo marco cambiario plantea oportunidades en algunos segmentos del campo, pero también desafíos importantes. “Entre los riesgos para el sector agrícola está el hecho de que los cambios macroeconómicos van más rápido que las reformas estructurales”, advirtió, dejando entrever que la velocidad del ajuste no siempre permite adaptaciones eficientes en los sectores productivos.
Una de las principales preocupaciones del campo tiene que ver con la relación insumo/producto. En el anterior régimen, caracterizado por múltiples tipos de cambio, era común que no estuviera claro bajo qué paridad se valoraban los insumos agropecuarios, como fertilizantes, maquinaria o repuestos. Con el nuevo sistema, si bien se busca mayor transparencia, aún es incierta la dinámica que tendrán estos costos en las próximas semanas. “Habrá que evaluar cada caso particular”, señaló el economista.

Ganadería y lechería: alivio temporal, pero con dudas
Giraud indicó que la ganadería y la lechería han tenido, al menos en el corto plazo, un respiro. La apreciación del peso que generó el nuevo esquema no solo evitó una devaluación, sino que incluso mejoró levemente el poder adquisitivo del consumidor interno. “Esto permite sostener la demanda local, lo cual es clave para estos sectores donde el consumo interno tiene un peso predominante”, detalló.
Sin embargo, el especialista remarcó que el nuevo contexto también presenta riesgos. La apreciación cambiaria, al encarecer en dólares los productos locales, reduce la competitividad de las exportaciones. Esto afecta especialmente al sector cárnico, que además arrastra una retención del 6,7%. Así, la tensión entre abastecer el mercado interno y mantener presencia en los mercados internacionales podría incrementarse.
Además, la ganadería y la lechería dependen de insumos dolarizados, como granos, balanceados y semillas forrajeras, cuyos precios pueden volverse más volátiles ante cualquier movimiento en el tipo de cambio oficial o financiero. “La estabilidad de los costos en dólares es un factor clave para la rentabilidad, y eso hoy es incierto”, subrayó Giraud.

Sustentabilidad del campo: el riesgo país como termómetro
Más allá de los efectos sectoriales inmediatos, Giraud dedicó buena parte de su análisis a la sostenibilidad del nuevo esquema económico. Según explicó, para que el modelo funcione a mediano y largo plazo, es indispensable que el riesgo soberano de Argentina —actualmente elevado— baje de manera sustancial.
“El riesgo país debería ubicarse en torno a los 400 puntos básicos para que el país pueda refinanciar su deuda en condiciones razonables”, sostuvo. Hoy, ese índice se encuentra muy por encima de ese umbral, dificultando el acceso a crédito internacional y aumentando la presión sobre las cuentas públicas.
El riesgo soberano, calculado por el banco J.P. Morgan a través del EMBI (Emerging Markets Bonds Index), mide la probabilidad de que un país incumpla sus obligaciones de deuda. En ese contexto, dos pilares serán fundamentales: mantener un superávit fiscal primario —una meta que el gobierno de Javier Milei viene cumpliendo— y lograr una acumulación sostenida de reservas internacionales.

En este último punto, Giraud fue enfático: “Si las divisas no llegan por el lado del comercio exterior, el país necesita recuperar la confianza para atraer inversiones extranjeras directas”. Actualmente, las reservas del Banco Central muestran una mejora gracias al respaldo del FMI y organismos multilaterales, pero la capacidad de generar divisas genuinas será clave para sostener la política cambiaria en el tiempo.
En síntesis, el nuevo esquema cambiario ofrece cierto alivio coyuntural al agro, especialmente al mercado interno, pero genera tensiones en la competitividad exportadora. Mientras tanto, el equilibrio macroeconómico del país dependerá de factores que van más allá del sector: baja del riesgo país, superávit fiscal y atracción de capitales. El desafío, según Giraud, será convertir esta transición en un modelo económico sustentable.
Fuente: Contenidos CREA