Sinergia entre cultivos de cobertura y ganadería: más rentabilidad y sustentabilidad


El uso de cultivos de cobertura combinados con pastoreo bovino se consolida como una estrategia clave para mejorar la rentabilidad, la sustentabilidad y la eficiencia de los sistemas agrícolas. Así lo demostró un ensayo del INTA Pergamino, difundido por CREA, que reveló beneficios productivos, económicos y ambientales a partir de la integración de la ganadería en campos agrícolas.

El estudio, encabezado por Ezequiel Pacente, investigador del Grupo de Bovinos de INTA Pergamino, se extendió durante cuatro años y contó con la colaboración de la empresa Gentos y los grupos de Gestión Ambiental del organismo. Los resultados se presentaron en la jornada “Cultivos de Servicios y Producción de Carne en Lotes Agrícolas”, organizada por CREA Norte de Buenos Aires en la localidad de Rojas.

Pacente explicó que “integrar la ganadería en esquemas agrícolas con cultivos de cobertura representa una oportunidad concreta para diseñar sistemas más sostenibles y rentables”. Según el investigador, el manejo combinado permite aumentar los rindes, mejorar el suelo y sumar ingresos por carne sin comprometer la productividad agrícola.

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Un sistema mixto con resultados concretos

El trabajo mostró que la producción de forraje de los cultivos de cobertura alcanzó en promedio 7.096 kg/ha en lotes sin pastoreo y 3.464 kg/ha en los pastoreados, con una ganancia diaria de 1,19 kg por animal y una producción total de carne de 373 kg/ha en apenas 45 a 50 días.

Además, el maíz sembrado después de los lotes pastoreados rindió 2.000 kg/ha más que en los sin pastoreo. Este incremento se atribuyó al mayor contenido de fósforo y nitrógeno en el suelo, producto del reciclado de nutrientes a través de las deyecciones del ganado.

“Las heces devuelven fósforo y la orina aporta nitrógeno, generando un circuito natural de fertilización”, explicó Pacente. El pastoreo no afectó el carbono orgánico del suelo ni la estabilidad estructural, lo que refuerza el potencial sustentable del sistema.

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Multicultivos de servicio: diversidad que potencia el suelo

El ensayo de cultivos de cobertura, realizado entre 2018 y 2022, se basó en una rotación soja–cultivo de cobertura–maíz, con una mezcla multiespecífica compuesta por vicia (30 kg/ha), raigrás (20 kg/ha), nabo forrajero (2 kg/ha) y trébol persa (6 kg/ha).

Cada especie aportó un rol clave: la gramínea generó volumen de forraje y resistencia del suelo, la leguminosa fijó nitrógeno atmosférico y el nabo forrajero descompactó y mejoró la infiltración. Esta combinación permitió mantener la estructura del suelo y mejorar su fertilidad, incluso en los tratamientos con pastoreo.

El sistema de pastoreo se aplicó mediante franjas rotativas, con 10 días de permanencia y 20 de descanso, asegurando un consumo máximo del 60% del forraje y dejando un remanente del 40%. “Esa reserva permite que el animal seleccione y logre ganancias de peso más altas”, detalló el técnico.

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Impacto económico y ambiental positivo

Desde el punto de vista económico, el modelo demostró ser altamente rentable. Implantar cultivos de cobertura demanda unos 200 dólares por hectárea, pero la producción de carne genera cerca de 900 dólares por hectárea, a un valor de 2,5 dólares por kilo de animal.

A este ingreso directo se suman beneficios ambientales aportados por los cultivos de cobertura como el aumento del carbono en el suelo, el reciclado de nutrientes y la mejora de la estructura física. “Estos aportes muchas veces no se valoran en dinero, pero tienen un impacto real en la productividad futura del sistema”, destacó Pacente.

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Efectos en los cultivos agrícolas

El pastoreo también mostró efectos positivos en los cultivos posteriores. En el maíz, los lotes pastoreados presentaron una emergencia más uniforme y una mayor disponibilidad de nitrógeno nítrico en etapas tempranas. Aunque se observó una leve compactación superficial por pisoteo, no se detectaron impactos negativos en profundidad.

“La cuchilla de la sembradora directa rompe esa capa superficial, evitando limitaciones”, aclaró Pacente. Además, la estabilidad estructural del suelo mejoró entre los 10 y 20 cm de profundidad gracias a las raíces de los cultivos de cobertura, que al ser pastoreadas favorecen la formación de agregados estables.