Cuenca del Salado: ganaderos reclaman terminar las obras
Productores ganaderos reclamaron la urgente finalización de las obras de la Cuenca del Salado, al señalar que los fondos asignados se encuentran disponibles pero no están siendo ejecutados. La situación genera preocupación en una de las regiones productivas más importantes del país, donde el manejo del agua es determinante para la competitividad de la ganadería. Los referentes del sector advirtieron que más de $190.000 millones permanecen sin uso, cuando la culminación de los trabajos demandaría apenas $30.000 millones.
El reclamo surgió durante una jornada realizada en la Sociedad Rural de Saladillo, donde más de 120 productores, técnicos y dirigentes analizaron los desafíos y oportunidades de la Cuenca del Salado. El encuentro se centró en temas clave: infraestructura hídrica, clima, productividad ganadera y la necesidad de reglas claras que permitan sostener el crecimiento del sector. La preocupación por el atraso en las obras atravesó todas las exposiciones.
La falta de ejecución, en el centro de las críticas
Según la información compartida en el encuentro, la Cuenca del Salado cuenta con presupuesto disponible, pero la ejecución avanza a un ritmo muy inferior a lo necesario. Los dirigentes explicaron que la obra es estratégica para reducir la vulnerabilidad de miles de productores ante inundaciones o períodos de exceso hídrico, un fenómeno recurrente en esta zona de baja pendiente natural.
El reclamo busca destrabar los avances del Plan Maestro del Río Salado, una iniciativa largamente postergada que promete mejorar la eficiencia productiva y otorgar previsibilidad a largo plazo. El intendente de Saladillo, José Luis Salomón, acompañó la jornada, junto a referentes de entidades rurales como Ignacio Bustingorri, Marcos Pereda y Miguel Larrañaga, quienes coincidieron en la necesidad de acelerar las obras para asegurar competitividad.
Previsibilidad y reglas claras para la ganadería
Marcos Pereda, vicepresidente de la Sociedad Rural Argentina, sostuvo que “no hay crecimiento ganadero posible sin reglas claras y previsibilidad”, al tiempo que subrayó que las entidades no deben limitarse a dar discursos, sino a construir condiciones reales para que el productor invierta y produzca más y mejor. Su mensaje apuntó directamente a la falta de coherencia entre los fondos disponibles y la falta de avances concretos en la Cuenca del Salado.
Pereda insistió en la importancia de consolidar una voz unificada del campo, capaz de sostener una agenda de largo plazo. Según destacó, solo así será posible incrementar el stock ganadero, aumentar el valor agregado y generar un marco institucional confiable que permita planificar inversiones.
La Cuenca del Salado, motor productivo con enorme potencial
Los participantes coincidieron en que la Cuenca del Salado tiene condiciones excepcionales para convertirse en un motor del crecimiento ganadero argentino, siempre que se combinen infraestructura hídrica, adaptación climática y eficiencia productiva. El trabajo articulado entre productores y entidades gremiales fue clave para reunir miradas técnicas y productivas con un mismo objetivo: transformar las limitaciones estructurales en oportunidades concretas.
El ingeniero Guillermo Jelinski ofreció un diagnóstico detallado del funcionamiento hidrológico de la Cuenca del Salado, destacando los avances logrados pero también las obras pendientes. Subrayó que la región es especialmente sensible a los excesos hídricos, por lo que completar los trabajos es fundamental para reducir riesgos productivos y mejorar la previsibilidad.
Hacia una ganadería más eficiente
El análisis productivo estuvo a cargo del ingeniero Rodrigo Troncoso, quien señaló que el aumento de las exportaciones de carne es parte de un proceso iniciado hace casi una década. Según remarcó, el próximo paso no es solo aumentar la producción, sino capturar más valor mediante una mejor calidad comercial.
Los productores Ricardo Orazi y Alejandro Aznar coincidieron en que el futuro de la Cuenca del Salado pasa por animales adaptados, fértiles y eficientes, pero con una orientación clara a los mercados internacionales que pagan mejores precios. Destacaron que crece la demanda de sistemas de certificación y diferenciación, impulsados por los propios productores como una estrategia para capturar valor.
