Cosecha eficiente para la ganadería: el pasto que no se come a tiempo es plata que se pierde


En el negocio de la ganadería, aprovechar cada recurso disponible es clave. Y el pasto, base fundamental de la producción, no escapa a esta lógica. Si bien muchos productores se concentran en generar volumen de forraje, no siempre logran capitalizarlo de manera eficiente. “No todo es producir pasto: si no se lo come a tiempo, es igual a perder plata”, es la consigna que cada vez suena con más fuerza en el manejo ganadero moderno.

En este enfoque se basa el planteo del Establecimiento La Casualidad que, en ganadería, trabaja con recría de novillos sobre pasturas de alfalfa, aplicando un pastoreo eficiente en franjas diarias con avance frontal, utilizando hasta cuatro avances por día. El objetivo es claro: ingresar a la pastura en el momento de pre-floración, cuando el valor nutricional del forraje es óptimo, y sostener una alta carga animal, estimada en 3.000 kg/ha o unos 8 novillos por hectárea.

Este tipo de manejo intensivo no solo apunta a maximizar la conversión del pasto en kilos de carne, sino también a minimizar las pérdidas invisibles, esas que no se registran en el papel, pero se sienten en la rentabilidad final.

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Fuente: istock foto

Tres claves para no dejar pasto —y plata— en el campo

Desde Profesionalización Ganadera, plataforma que acompaña a productores con herramientas de gestión y asesoramiento en ganadería, destacan algunos tips esenciales para que el pasto no se desperdicie:

  1. Bocas suficientes y carga justa
    Es indispensable ajustar la carga animal a la oferta forrajera disponible. Un potrero lleno de pasto que no se consume a tiempo no es sinónimo de eficiencia. Por el contrario, si el forraje pasa su punto óptimo de consumo, se transforma en fibra barata, con menor valor nutricional y menor impacto productivo.
  2. Rotar, rotar y rotar
    El cambio de parcela diario —o incluso varias veces al día— permite capturar el “pico” de calidad del forraje. La idea es evitar que los animales consuman rebrotes o pasto ya masticado, lo que disminuye el aprovechamiento y retrasa la recuperación del potrero. La velocidad de avance y la observación permanente del estado de la pastura son claves para decidir el momento del cambio.
  3. Personal entrenado y comprometido
    Una estrategia eficiente no se sostiene sin gente capacitada. Mover boyeros eléctricos, contar animales, leer la evolución del pasto y ajustar la estrategia en tiempo real requiere mano de obra calificada, que entienda el sistema y pueda actuar con autonomía. “Sin personal entrenado, el mejor plan se queda en el papel”, advierten los técnicos.
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¿Cuántos kilos se te están escapando?

Uno de los aportes más valiosos para la ganadería es su enfoque práctico y cuantitativo: medir, calcular y actuar. A través de herramientas concretas, se enseña a los productores a calcular cuántos kilos de materia seca se producen y se consumen, y sobre todo, cuántos se pierden sin que nadie lo note.

En palabras de los especialistas: “La pregunta no es solo cuánto pasto producís, sino cuántos kilos se te están yendo sin que puedas verlo”. La diferencia entre una ganadería tradicional y una profesional puede estar en ese número invisible que nunca entra en el balance, pero que se acumula campaña tras campaña.

Tecnología, gestión y criterio para la ganadería

Además del manejo diario, la planificación forrajera, la tecnología de monitoreo (como drones, sensores o apps de pastoreo) y el uso de indicadores económicos y productivos completan el modelo de trabajo. Desde la plataforma www.campoganadero.com se ofrece asesoramiento personalizado y formación para productores, técnicos y encargados de campo.

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En definitiva, el desafío no es solo producir pasto, sino transformarlo en carne de forma eficiente. Cada día que pasa, cada potrero mal manejado, cada avance que se demora, representa un costo oculto. Porque, como dicen en el campo: “El pasto que no se come a tiempo, se pierde. Y con él, se va la plata”.