Radiación solar, una técnica simple para el control de malezas
En la búsqueda de alternativas sustentables para el manejo del suelo y la restauración de ambientes productivos, un equipo de especialistas del Instituto de Ingeniería Rural (IIR) y del Instituto de Floricultura (IF) del INTA Castelar evaluó el efecto de la radiación solar, una técnica que utiliza la energía del sol para controlar malezas y mejorar la implantación de plantas nativas.
Los resultados del ensayo, realizado durante cinco meses, muestran que el método logró reducir en un 50% la aparición de malezas, permitiendo además un mejor desarrollo de especies seleccionadas para enriquecer los agroecosistemas.
La solarización se presenta como una alternativa de bajo costo, simple y sin uso de herbicidas, lo que la convierte en una herramienta estratégica en el marco de prácticas agrícolas más sostenibles.
Según la investigadora Genoveva Pignataro, del Instituto de Ingeniería Rural del INTA, “esta alternativa simple y de bajo costo redujo en un 50% la aparición de malezas en los primeros cinco meses del ensayo”. La técnica se basa en la captación de radiación solar para elevar la temperatura del suelo y así desactivar o disminuir el banco de semillas de malezas y la presencia de patógenos.

Cómo se aplica la técnica
La solarización comienza con un laboreo previo del suelo para asegurar una buena estructura y permitir el ascenso de la humedad. La investigadora Analía Puerta, del Instituto de Floricultura, explicó que la humedad es clave para activar las semillas y los microorganismos antes del proceso de calentamiento. Luego, la superficie se cubre con un plástico transparente, que permite el ingreso de la radiación solar y genera un efecto invernadero, aumentando la temperatura del suelo.
“El plástico debe permanecer entre 30 y 45 días durante el verano, cuando la radiación solar es más intensa”, detalló Puerta. Ese tiempo es suficiente para provocar una disminución significativa en la germinación de malezas.
En el estudio, también se evaluó el uso de plástico de silo-bolsa reutilizado, lo que agrega una dimensión vinculada a la economía circular dentro de los sistemas productivos. Según explicó Paula Leva, investigadora del Instituto de Floricultura, se realizaron comparaciones entre parcelas solarizadas con polietileno transparente, con polietileno de silo-bolsa y parcelas testigo sin solarización.

Resultados: menos malezas y mejor desarrollo de nativas
Las diferencias fueron claras. Tras cinco meses de seguimiento, las parcelas tratadas con plástico transparente mantuvieron una cobertura de malezas por debajo del 50%, mientras que las testigo y las tratadas con silo-bolsa alcanzaron el 100% de enmalezamiento en menos de dos meses.
Si bien el plástico de silo-bolsa no controló las malezas con la misma eficacia que el transparente, retrasó el proceso de enmalezamiento, lo que brindó una ventana temporal favorable para el desarrollo de las especies nativas implantadas.
Según Pignataro, este retraso se traduce en una ventaja clave: la posibilidad de implantar especies nativas con menor competencia. De hecho, se observó un mayor crecimiento de las plantas nativas en las parcelas solarizadas con plástico transparente, y un crecimiento intermedio en las solarizadas con plástico de silo-bolsa, mientras que en las parcelas testigo el desarrollo fue mucho más bajo.
“Este resultado es muy alentador y, aunque aún debemos esperar los resultados de largo plazo, ofrece un método simple y económico para implantar especies nativas en espacios destinados a la conservación de biodiversidad dentro de los agroecosistemas”, afirmó Leva.

Un aporte para la sostenibilidad agrícola
La investigación forma parte de un proyecto iniciado en 2023 para estudiar estrategias de enriquecimiento con plantas nativas y mejorar la estabilidad ecológica de los ambientes rurales. “Surgieron muchos desafíos para reducir la competencia de malezas y garantizar una correcta implantación de especies nativas”, destacó Pignataro.
El valor del trabajo es doble: reduce el uso de insumos químicos y favorece la restauración ecológica, dos objetivos centrales en la transición hacia sistemas agrícolas más sostenibles. El equipo estuvo integrado también por Leonardo Venturelli (IIR), y Santiago Stancanelli y Marina Tornatore (IF), reforzando el enfoque interdisciplinario entre ingeniería y ecología aplicada.
En tiempos de creciente demanda de prácticas agrícolas sustentables, la solarización se posiciona como una herramienta eficaz, accesible y alineada con el cuidado de los recursos naturales.
