Chicharrita del maíz: el Comité de Crisis define las primeras acciones


La Secretaría de Bioeconomía anunció la realización de una nueva reunión del Comité de Crisis convocado por el Gobierno nacional para coordinar acciones destinadas a mitigar los efectos causados por la plaga de la chicharrita del maíz en la producción del cereal.

Esta plaga, conocida científicamente como Dalbulus maidis, actúa como vector de bacterias que provocan enfermedades como el “achaparramiento del maíz”, un trastorno que afecta los rendimientos de manera significativa.

Ante las pérdidas ya superiores a los 7 millones de toneladas en la cosecha y con la posibilidad de que continúen aumentando, el Gobierno ha establecido este Comité de Crisis. Entre sus integrantes se encuentran técnicos y representantes de entidades privadas como CREA, Aapresid, Maizar, Casafe y la Asociación de Semilleros, así como de los Colegios de Ingenieros Agrónomos de Córdoba, Santa Fe, Santiago del Estero y Buenos Aires.

Frente a la situación, el Comité de Crisis realiza un seguimiento minucioso con diversos actores de la cadena del maíz. Estamos trabajando en colaboración con el Senasa, INTA e INASE. La idea es que, de manera conjunta, podamos analizar y definir estrategias efectivas”, afirmó Fernando Vilella, secretario de Bioeconomía.

Con la plaga ya arraigada este año y sin posibilidad de controlar su expansión poblacional, el enfoque se centra en prepararse para la próxima siembra, que comenzará en septiembre.

Chicharrita del maíz, comité de crisis

“Nuestro objetivo es evaluar las diversas herramientas disponibles, no solo para esta campaña que está llegando a su fin en 2024, sino también para la próxima temporada 2024-2025 de maíz, con el fin de prevenir y controlar el problema del achaparramiento del maíz causado por el spiroplasma”, afirmó Nicolás Bronzovich, director Nacional de Agricultura.

Entre las medidas contempladas para el manejo integrado de la plaga se encuentran el monitoreo y control durante el invierno en cultivos hospedantes como maíz “guacho”, trigo, cebada y otras gramíneas; el seguimiento de la evolución de la población de la chicharrita en diversos ambientes; la reducción de los niveles de población del vector mediante el uso de fitosanitarios químicos y/o biológicos; la evaluación del comportamiento de la oferta genética; y la coordinación de procesos agronómicos, como la fecha de siembra.

El INASE está evaluando un protocolo excepcional para el escenario hipotético de materiales con tolerancia al complejo de enfermedades transmitidas por Dalbulus maidis.

Por otro lado, el Senasa tiene tres fitosanitarios aprobados y espera la aprobación de tres bioinsumos como herramientas de control. Además, Syngenta informó recientemente la aprobación para el uso en Argentina de dos insecticidas ya utilizados en Brasil y Paraguay para combatir al insecto.

Se destacó la importancia de diferenciar las zonas, ya que el enfoque para combatir esta plaga puede variar según la región. Por ello, se considera fundamental que los productores trabajen de manera conjunta y coordinada en cada área para lograr un control efectivo.

“Ahora el desafío es de todos, absolutamente todos, hablando del abordaje integral y el desafío de ponernos de acuerdo para hacerlo más eficiente y efectivo posible. Quizás el primer ejercicio de una comunicación compartida sea el mejor camino para comenzar a poner en práctica este funcionamiento colaborativo entre todos”, señaló María Beatriz ‘Pilu’ Giraudo, vicepresidenta del INTA.

La próxima reunión está programada para el 2 de mayo a las 12 en la Secretaría.