La carne encara diciembre con subas firmes y un mercado interno cada vez más ajustado
A medida que se acercan las Fiestas, la carne vacuna vuelve a posicionarse como una de las principales preocupaciones de los consumidores argentinos. La combinación de una oferta limitada, precios sostenidos en la hacienda y una demanda que no cede conforma un escenario donde las subas parecen inevitables. Diciembre, tradicionalmente uno de los meses de mayor actividad en el mercado interno, aparece nuevamente como un punto crítico para el bolsillo familiar.
A esto se suma un contexto económico en el que los ingresos pierden terreno frente a la inflación, lo que agrava la percepción de encarecimiento de la carne vacuna y eleva la sensibilidad del consumidor ante cualquier ajuste.
Los incrementos que llegan a las góndolas
Según datos de ROSGAN, el precio minorista de la carne aumentó 2,8% en octubre, lo que lleva el acumulado anual a 37,5% y la suba interanual a 61,3%. Este comportamiento contrasta con lo observado en el pollo y el cerdo, cuyos ajustes fueron más moderados. En un contexto donde el consumidor busca alternativas más económicas, la carne vacuna sigue destacándose como el producto que más presiona el gasto doméstico.
El abastecimiento local se ve afectado por la caída en la actividad industrial. La Cámara de la Industria y Comercio de Carnes (CICCRA) informó una baja del 6,4% en la faena interanual y un retroceso del 2,9% en la producción de carne vacuna. Esta reducción en el volumen disponible golpea especialmente en un período de creciente demanda, justo cuando carnicerías y supermercados necesitan reforzar su stock.

Dentro de la estructura productiva, el sistema de engorde a corral tampoco acompaña. En octubre se registraron más egresos que ingresos —439.316 frente a 329.093 cabezas—, lo que derivó en una disminución interanual del 4,4% en el stock de feedlots. Este menor nivel de encierre implica una disponibilidad más limitada de animales livianos, categoría clave para el mercado interno, que suele traccionar la mayor parte del consumo.
Exportaciones firmes y un negocio que sigue siendo atractivo
Aunque no determina directamente el precio local, la exportación influye en la cantidad de carne que queda en el país. El Consorcio ABC señaló que en octubre se exportaron 66,6 mil toneladas peso producto, una baja mensual del 7,4%.
Sin embargo, los ingresos mejoraron 38,3% interanual, impulsados por un precio promedio de US$ 5.806 por tonelada. La rentabilidad del negocio externo mantiene a la industria orientada hacia los mercados internacionales, reduciendo potencialmente la oferta interna.

Un consumo estable que sostiene los valores
Pese al impacto de la inflación, el consumo de carne vacuna se mantiene estable, con un promedio reciente de 49,8 kilos por habitante por año. Aunque por debajo de los niveles históricos, esta cifra revela que el consumidor argentino no abandona del todo la carne vacuna, incluso cuando su precio sube. Esta resistencia de la demanda actúa como un freno para cualquier posible retroceso en los valores.
La conjunción de oferta limitada, exportaciones firmes, feedlots con menos stock y una demanda que resiste permite anticipar que los precios difícilmente retrocedan en diciembre. La estacionalidad —con un aumento natural del consumo en la previa de Navidad y Año Nuevo— agrega una presión adicional. Todo apunta a que las mesas festivas volverán a enfrentar valores elevados y posibles ajustes a medida que avance el mes.
Para las familias argentinas, el cierre del año viene acompañado de un nuevo impacto en el costo de la canasta alimentaria. Las subas podrían ser más moderadas que meses atrás, pero no se espera un alivio. El mercado cierra 2025 con un equilibrio frágil: oferta restringida, consumo firme y una hacienda que continúa marcando el ritmo de los precios.
