Importaciones récord de carne de cerdo encendieron la alerta del sector porcino

La Federación Porcina Argentina (FPA) expresó su preocupación por el fuerte aumento de las importaciones de carne de cerdo durante septiembre, que alcanzaron 125 millones de dólares y 4.600 toneladas, poniendo en tensión a los productores locales. Gran parte de esa mercadería, el 97,8%, provino de Brasil, y la mitad correspondió a bondiola, uno de los cortes más consumidos en Argentina.
En términos equivalentes, estas 2.000 toneladas de bondiola representan 2 millones de kilos de carne, o aproximadamente 500.000 capones, una cantidad similar a la que se produce localmente en un mes. La FPA advierte que esta llegada masiva duplicó la oferta del corte en el mercado, generando presión sobre los precios y la rentabilidad de toda la cadena, afectando principalmente a despostadores y distribuidores.
Además, señalan que la carne de cerdo importada, muchas veces congelada y con alto contenido de agua, impacta en la percepción del consumidor y en la imagen del sector porcino argentino.

Competencia desleal y ractopamina
Otro punto que preocupa al sector es la competencia desleal derivada del uso de ractopamina, un promotor de crecimiento que incrementa la productividad en un 6% y que está prohibido en más de 160 países, incluida Argentina. “Mientras nuestros productores sostienen un modelo natural y sustentable, deben competir con productos más baratos, elaborados bajo condiciones productivas no permitidas en el país”, destacan desde la FPA.
A pesar de estas dificultades, los porcicultores subrayan que la cadena porcina argentina tiene potencial de crecimiento y se encuentra en un momento clave. Según el Plan Estratégico Porcino (PEP), se proyectan inversiones por más de 1.600 millones de dólares hacia 2032, con la meta de duplicar la producción de carne de cerdo, generar más empleo y aportar divisas genuinas.
Actualmente, el sector mueve más de 4.000 millones de dólares al año, genera 72.000 empleos directos e indirectos y registra un consumo per cápita de carne de cerdo de más de 18 kilos anuales, con un crecimiento sostenido del 4 al 5% en la última década.

Trabas estructurales que frenan la inversión
A pesar del panorama prometedor, los productores enfrentan obstáculos estructurales que limitan la expansión. Uno de los principales es el régimen actual de IVA, que funciona en la práctica como un impuesto a la inversión: los productores venden con una alícuota del 10,5%, pero compran insumos y bienes de capital con un 21%, generando un sobrecosto cercano al 19% que desincentiva proyectos productivos y eleva los costos.
Otro desafío es la falta de financiamiento adecuado, dado que la actividad porcina requiere plazos largos, períodos de gracia y tasas compatibles con su ciclo biológico, condiciones que la oferta financiera local no contempla. A esto se suma la demora en la firma del protocolo sanitario con China, que permitiría exportar subproductos de mayor valor, como patitas, cabezas y menudencias, generando nuevas divisas y una mejor integración de la media res.
Reglas claras y previsibilidad
Desde la FPA aclaran que no solicitan subsidios, sino condiciones justas y previsibles. “Hace años pedimos que nos saquen el pie de encima. No queremos beneficios especiales, queremos reglas que nos permitan invertir y competir en igualdad de condiciones”, señaló Agustín Seijas, director ejecutivo de la Federación.

El sector también reclama avanzar con un plan de erradicación de la enfermedad de Aujeszky, en colaboración con la autoridad sanitaria y con financiamiento propio, que aún espera aprobación definitiva.
Una oportunidad para el país
“La carne de cerdo argentina tiene futuro. Su producción sustentable, su capacidad de reconversión y el crecimiento sostenido del consumo interno muestran que el camino está trazado. Pero para que ese potencial se concrete, es necesario eliminar las trabas que convierten la voluntad de crecer en una espera interminable”, concluyen desde la FPA.
“Invertir para producir más, exportar mejor y sostener el consumo interno no es solo un objetivo sectorial: es una oportunidad para Argentina. Pero necesitamos un gobierno que camine junto a la producción y no adelante suyo. El desarrollo se construye con diálogo, previsibilidad y reglas claras”, enfatiza la Federación.