La carne de búfalo empieza a ganar espacio en la mesa argentina

El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) presentó un informe que podría marcar un antes y un después en la forma en que los argentinos piensan su consumo de carne, donde se resaltan las propiedades nutricionales de la carne de búfalo, un producto que combina alto contenido proteico, bajo nivel de grasa, un perfil lipídico favorable y un importante aporte de hierro.
“Estos atributos convierten a la carne de búfalo en una excelente opción para mercados que buscan cortes alternativos, saludables y diferenciados”, destacó Sebastián Cunzolo, investigador del Instituto de Tecnología de Alimentos del INTA.
Una alternativa que crece desde el NEA
Aunque en la Argentina el consumo de carne de búfalo todavía es incipiente, el potencial productivo es enorme, especialmente en regiones como el noreste argentino (NEA) y el Delta del Paraná. Allí, donde la ganadería bovina tradicional enfrenta problemas por exceso de humedad, la cría de búfalos se presenta como una alternativa viable, adaptable y rentable.

En estas zonas, los sistemas productivos bubalinos no solo aprovechan mejor las condiciones ambientales, sino que también ofrecen una diversificación productiva para los productores. En este contexto, el búfalo aparece como una opción estratégica en términos de resiliencia, sustentabilidad y agregado de valor.
La ciencia respalda su potencial
Los estudios realizados en el INTA Castelar revelaron que la carne de búfalo tiene índices muy bajos de aterogenicidad y trombogenicidad, dos factores directamente asociados con el riesgo cardiovascular. En palabras sencillas, se trata de una carne “amiga del corazón”, lo que la convierte en un producto con fuerte proyección en un mundo que cada vez demanda alimentos más saludables.
Además de su perfil nutricional, el sabor también juega a favor. Según los especialistas, la carne de búfalo es suave, levemente más dulce que la vacuna y se adapta con facilidad tanto a la parrilla como a preparaciones de la cocina gourmet. Esta versatilidad amplía sus posibilidades de inserción en el mercado interno, donde los consumidores valoran cada vez más la diversidad de propuestas culinarias.

Claves para mejorar la calidad
El informe del INTA subraya que, para optimizar la calidad de la carne de búfalo, es necesario trabajar en cuatro frentes fundamentales:
- Genética: avanzar en la selección de líneas más productivas y adaptadas a las condiciones locales.
- Alimentación: desarrollar dietas balanceadas que potencien la ganancia de peso sin afectar el perfil saludable de la carne.
- Manejo prefaena: garantizar buenas prácticas que reduzcan el estrés animal y mejoren la terneza del producto final.
- Tratamiento posfaena: aplicar protocolos adecuados para conservar y realzar las propiedades organolépticas de la carne.
En este esquema, el bienestar animal y la trazabilidad se vuelven pilares centrales. Ambas condiciones son, además, requisitos clave para acceder a los mercados internacionales más exigentes.

Un espejo en el mundo
El desafío argentino tiene antecedentes exitosos en el plano internacional. En India y Brasil, la carne de búfalo es ampliamente consumida, tanto en platos típicos como en cadenas de exportación. En Italia, por ejemplo, la carne bubalina tiene un lugar destacado en la gastronomía y se complementa con otro producto icónico derivado del búfalo: la mozzarella de búfala, reconocida a nivel mundial.
Este contraste refleja el camino por recorrer en la Argentina, donde el hábito de consumo aún está fuertemente ligado a la carne vacuna. Para los especialistas, la clave será ampliar la producción, mejorar los canales de distribución y acercar esta alternativa al consumidor urbano, que es el que suele marcar tendencias en el mercado alimenticio.

Un futuro prometedor
“Disponer de datos técnicos y evidencia científica es clave para impulsar tanto el consumo como la producción de carne de búfalo en el país”, concluyó Cunzolo. El investigador del INTA subrayó que el trabajo de instituciones públicas, junto con productores y frigoríficos, será fundamental para consolidar esta cadena emergente.
El avance de la carne bubalina no solo responde a una oportunidad económica para regiones con limitaciones productivas, sino también a una tendencia global hacia alimentos más saludables, diversificados y sustentables. Si la Argentina logra capitalizar esta ventaja, la carne de búfalo podría pasar de ser una curiosidad de nicho a convertirse en una opción cotidiana en las mesas locales, sumando un nuevo capítulo en la rica tradición cárnica nacional.