El campo argentino y un inicio del 2025 entre récords de divisas y ventas demoradas

El sector agropecuario del campo argentino atraviesa un primer cuatrimestre de 2025 con resultados mixtos: mientras los ingresos por exportaciones crecen a niveles históricos, la molienda de soja sigue sin alcanzar niveles óptimos y los problemas logísticos limitan el potencial de una campaña que podría ser clave para el ingreso de divisas. Así lo revela un informe privado elaborado por la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro Exportador de Cereales (CIARA), que traza un panorama con luces y sombras para el corto y mediano plazo.
En mayo, el ingreso de divisas por exportaciones agroindustriales alcanzó US$ 3.054 millones, un incremento del 21% respecto a abril, cuando se habían registrado US$ 2.524 millones. Este resultado llevó al acumulado de enero a mayo a US$ 11.713 millones, lo que representa un salto del 29,5% respecto al mismo período de 2024 y el tercer mayor registro histórico para ese lapso. Sin duda, un dato alentador para las reservas del Banco Central, pero que contrasta con otras variables operativas del sector.
Molienda en recuperación, pero aún por debajo del potencial
En cuanto a la industrialización del campo, la molienda de soja en abril totalizó 3,395 millones de toneladas, un aumento del 5,14% en comparación con marzo. Sin embargo, el informe advierte que este volumen sigue siendo el segundo más bajo de los últimos cinco años para un mes de abril, lo que refleja los rezagos en la dinámica productiva.
El uso de la capacidad instalada en las plantas de procesamiento creció del 58% en marzo al 61% en abril, pero este número esconde un dato crucial: sin soja importada, el uso real habría sido solo del 48%. Este indicador revela la dependencia creciente de materia prima externa para sostener el ritmo industrial, en un contexto donde la producción local aún no logra recomponerse plenamente tras los efectos de la sequía de la campaña pasada.

Exportaciones dinámicas: soja, girasol y maíz en alza
A pesar de las limitaciones del campo en la molienda, las exportaciones de productos derivados mostraron señales positivas. En abril, la harina de soja alcanzó las 2,099 millones de toneladas, un 23,9% más que en marzo, mientras que el aceite de soja trepó un 27% hasta las 582.198 toneladas. En el caso del aceite de girasol, las ventas externas llegaron a 110.255 toneladas, el segundo mayor volumen de los últimos cinco abriles.
El maíz, por su parte, protagonizó un mes fuerte con 3,706 millones de toneladas exportadas, lo que implicó un incremento del 27% respecto a marzo. Sin embargo, en el acumulado anual, el volumen es prácticamente idéntico al de 2024: 11,744 millones de toneladas contra 11,834 millones.

Comercialización lenta y precios sin definir
Uno de los puntos críticos del campo que plantea el informe tiene que ver con el ritmo de comercialización de la cosecha nueva, especialmente en soja. Entre febrero y el 21 de mayo, los productores vendieron 13 millones de toneladas de soja de la campaña 2024/25. No obstante, el 77% de esas ventas aún no tiene precio fijado, y se estima que 31,5 millones de toneladas siguen sin comercializarse, sobre un total proyectado de 50 millones de toneladas.
En el caso del maíz, las ventas entre productores y compradores llegaron a 9,75 millones de toneladas en el mismo período, impulsadas por el adelantamiento de la cosecha por la sequía. Las ventas totales del cereal entre febrero y mayo fueron de 13,3 millones de toneladas, representando el 41% del volumen exportable estimado, que asciende a 32 millones de toneladas.
Logística: un cuello de botella creciente para el campo
El informe sobre el campo también alerta sobre una caída significativa en la logística de transporte, especialmente en el ingreso de camiones a los puertos. En mayo, ingresaron 122.309 camiones de soja, 24.124 menos que en abril, lo que representa una reducción del 17% en volumen (unas 800 mil toneladas menos). El maíz también mostró una merma, con 59.270 unidades frente a las 64.064 de abril.

Este retroceso en la logística portuaria podría complicar el cumplimiento de contratos de exportación y limitar el impacto positivo del buen desempeño comercial. Con la mirada puesta en los próximos meses, el sector enfrenta el desafío de sostener el flujo de divisas sin perder competitividad en los mercados internacionales.
En síntesis, el agro argentino vive un momento de alta generación de divisas, pero con riesgos latentes en materia de infraestructura logística, dependencia de insumos importados y fijación de precios que aún no terminan de resolver los productores. La recuperación de la producción tras la sequía y una mayor claridad en las reglas de juego para el comercio interno serán claves para consolidar el potencial del sector durante el resto del año.