Cabernet Franc: la cepa que duplicó su presencia y redefine el vino argentino
El Cabernet Franc vive un momento decisivo en la Argentina. En apenas una década pasó de ser un varietal marginal a convertirse en una de las cepas tintas de mayor expansión, transformando el panorama productivo y despertando el interés de consumidores y bodegas. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), su superficie creció más de 130% desde 2015 y alcanzó en 2024 las 2.000 hectáreas implantadas, una cifra que revela el salto cualitativo y cuantitativo que atraviesa la industria.
La tendencia global hacia vinos más frescos, precisos y con menor intervención abrió la puerta para que el Cabernet Franc encontrara su espacio. El consumidor actual busca expresiones que muestren el carácter del terruño y vinos que combinen elegancia con intensidad aromática. En ese contexto, la cepa se volvió una aliada perfecta: versátil, expresiva y con un perfil que responde tanto al mercado interno como al público internacional.
Crecimiento sostenido que transforma la oferta argentina
La curva ascendente del Cabernet Franc no es un fenómeno aislado. En 2022, las hectáreas dedicadas a la variedad ya habían llegado a 1.685, representando apenas el 0,8% del total vitícola del país. Solo dos años después, la superficie subió a 2.000 hectáreas, consolidando una expansión que ha motivado a numerosas bodegas a incorporarlo en líneas premium y propuestas de exportación.
Uno de los motores de este proceso es el conocimiento técnico desarrollado durante décadas con el Malbec. Los enólogos trasladaron esa experiencia hacia nuevas cepas, y el Cabernet Franc resultó especialmente beneficiado. Germán Di Cesare, director de Enología de Bodega Trivento, lo resume así de acuerdo a Revista Chacra: “Lo que aprendimos con el Malbec nos abrió la puerta para entender mejor cada región; ese mismo recorrido lo hace hoy el Cabernet Franc, que se convirtió en la variedad más honesta para mostrar un terroir”. Esa transparencia expresiva es clave para su posicionamiento actual.

El mercado externo también acompañó este ascenso. En los últimos diez años, las exportaciones de Cabernet Franc, tanto en cortes como en varietales puros, crecieron más del 600%, alcanzando en 2022 los 14.468 hectolitros y un valor cercano a 10 millones de dólares FOB. Países como Estados Unidos, Reino Unido y Brasil figuran entre los principales compradores, demostrando que el interés global es sostenido.
Mendoza, el gran motor del Cabernet Franc argentino
El desarrollo de esta cepa tiene un protagonista central: Mendoza, donde se concentra alrededor del 80% del total nacional, con unas 1.500 hectáreas implantadas. Dentro de la provincia, el Valle de Uco se consolidó como la zona insignia gracias a sus suelos pedregosos, la altitud y la marcada amplitud térmica, factores que favorecen vinos vibrantes, tensos y con una gran definición aromática.
La plasticidad del Cabernet Franc también juega a su favor. La variedad ofrece resultados consistentes en diversas regiones mendocinas, desde zonas frías de altura hasta áreas más cálidas. Esa versatilidad amplía su potencial gastronómico y lo posiciona como una opción atractiva tanto para consumidores jóvenes que buscan vinos ágiles como para quienes prefieren ejemplares de guarda media.

El compañero ideal del Malbec
Lejos de competir con el Malbec, el Cabernet Franc se ha convertido en su complemento natural. Ambas cepas comparten tiempos de madurez y perfiles compatibles que permiten crear blends equilibrados, cada vez más valorados en el segmento premium. Este tándem está ganando espacio dentro y fuera del país, aportando diversidad y ampliando la identidad del vino argentino.
La expansión del Cabernet Franc impulsa a las bodegas a investigar nuevas zonas, experimentar metodologías y diversificar sus portafolios. Su crecimiento refleja una industria vitivinícola que evoluciona, innova y se abre a estilos más frescos y expresivos, alineada con las tendencias internacionales.
Su ascenso no solo amplía la oferta local, sino que redefine la forma en que Argentina se presenta ante el mundo: no ya como el país del Malbec únicamente, sino como un territorio capaz de ofrecer nuevas expresiones tintas de alto nivel. Todo indica que el protagonismo del Cabernet Franc recién comienza.
