Buffel Grass bajo evaluación: una apuesta forrajera para revitalizar el semiárido puntano
La ganadería en ambientes semiáridos enfrenta desafíos estructurales vinculados a la escasez de agua, la degradación de los suelos y la variabilidad climática. En ese contexto, la búsqueda de alternativas forrajeras adaptadas a condiciones extremas se vuelve clave para sostener la producción. Con ese objetivo, un equipo técnico del INTA Quines, en la provincia de San Luis, evaluó el comportamiento del Buffel Grass como herramienta para recuperar áreas degradadas y mejorar la planificación ganadera.
Los resultados del trabajo aportan información concreta sobre producción de forraje, receptividad animal y pautas de manejo, elementos fundamentales para productores que buscan estabilizar sus sistemas en zonas donde el pastizal natural, por sí solo, no alcanza para cubrir la demanda.
Una gramínea adaptada a la sequía
El Buffel Grass (Cenchrus ciliaris L.) es una gramínea perenne de origen africano, ampliamente difundida en regiones áridas y semiáridas del mundo. Su principal fortaleza radica en su alta tolerancia a la sequía, sumada a un rápido rebrote y una buena producción de biomasa en condiciones restrictivas.
Estas características convierten a Buffel Grass en una alternativa estratégica para áreas con limitaciones hídricas, donde otras especies forrajeras fracasan o muestran rendimientos muy inestables. Desde el INTA destacan que su uso puede contribuir tanto a la recuperación productiva como a la conservación del suelo, siempre que se lo integre dentro de un manejo planificado.

Implantación: claves para un buen arranque
Uno de los ejes centrales del estudio fue definir condiciones óptimas de implantación. Los técnicos determinaron densidades de siembra recomendadas de entre 7 y 8 kilos de semilla por hectárea, remarcando que el éxito del establecimiento depende en gran medida de las precipitaciones iniciales.
La implantación de Buffel Grass debe realizarse al inicio de la temporada de lluvias, con prácticas como desmonte selectivo, uso de rolo y cajón sembrador. Además, se subraya que la semilla debe quedar apenas cubierta por una fina capa de suelo, evitando profundidades excesivas que dificulten la emergencia de las plántulas.
Manejo sustentable y evaluación del stand
Más allá de la siembra, el trabajo enfatiza la importancia del manejo posterior. Dejar arraigar la pastura durante un período de crecimiento inicial es clave para asegurar su persistencia. La evaluación se realiza en función del número de plantas logradas por metro cuadrado y del destino forrajero que se le dará al recurso.

Según los ensayos, una implantación exitosa se alcanza con entre 8 y 10 plantas por metro cuadrado, verificadas al año siguiente de la siembra. Bajo esas condiciones, el Buffel Grass puede expresar su potencial productivo y sostenerse en el tiempo, evitando fracasos que suelen asociarse a manejos apresurados.
Producción y receptividad ganadera
En términos productivos, los resultados son alentadores. La pastura puede alcanzar hasta 3.000 kilos de materia seca por hectárea, siempre que se respeten descansos adecuados, carga animal moderada y esquemas de pastoreo rotativo.
Para ajustar la receptividad, el equipo aplicó un modelo de parcelamiento que adapta la carga animal a la disponibilidad forrajera. Este enfoque permite optimizar el uso del recurso, reducir el riesgo de sobrepastoreo y mantener un equilibrio entre la oferta de pasto y la demanda del rodeo, un aspecto crítico en ambientes frágiles.

Integración con el pastizal natural
Los investigadores son claros en un punto central: el Buffel Grass no debe desplazar pastizales naturales en buen estado. Su implantación se recomienda exclusivamente en áreas degradadas, donde cumple un rol complementario y no sustitutivo.
En ese sentido, el Buffel Grass debe entenderse como parte de una estrategia integral de planificación forrajera, articulada con el manejo del pastizal natural y con objetivos definidos a corto, mediano y largo plazo. Bien utilizado, puede fortalecer la resiliencia productiva de los sistemas ganaderos del semiárido puntano.
El mensaje final del INTA es contundente: no se trata de una solución mágica, sino de una herramienta valiosa que, integrada al manejo y al conocimiento del ambiente, puede marcar la diferencia entre la degradación progresiva y la recuperación productiva sostenible.
