Boca venció a Argentinos y se metió en semifinales del Clausura: sigue vivo el sueño xeneize
Boca se clasificó a las semifinales del Torneo Clausura después de derrotar por 1-0 a Argentinos Juniors en La Bombonera, en un partido duro, tenso y cargado de emociones. Ayrton Costa marcó el único gol del encuentro en los primeros minutos y sostuvo la ilusión del equipo de Claudio Úbeda, que ahora espera por el ganador del duelo entre Racing y Tigre para conocer a su próximo rival.
Un arranque ideal y un equipo que sostiene su crecimiento
El Xeneize llegó a este cruce con confianza, habiendo ganado seis de sus últimos siete partidos. Y la tendencia se reafirmó. A los pocos minutos, Costa conectó un rebote y puso el 1-0, desatando la fiesta en las tribunas y dándole a Boca el control emocional del partido. Desde ese instante, Argentinos buscó la igualdad con decisión, pero se topó con una defensa firme y un Agustín Marchesín que fue figura.
Marchesín apareció en momentos clave, especialmente ante remates de Diego Porcel y Alan Lescano, sosteniendo el arco en cero y manteniendo el orden en un equipo que sigue mostrando evolución en su funcionamiento. La solidez defensiva de Boca se complementó con un mediocampo combativo, en el que Leandro Paredes volvió a ser eje y referencia constante para manejar los tiempos y la distribución.

La imagen final, con todo el estadio cantando “Dale Boca, dale Bo”, reflejó la conexión emocional entre el equipo y los hinchas. El clima fue el de una noche copera, con un partido que se vivió al límite desde el primer minuto y que ratificó el espíritu competitivo que Boca viene construyendo.
Un Boca más solidario y consciente de su identidad
Más allá del resultado, el partido dejó sensaciones que exceden el análisis inmediato. Este Boca aprendió a pelear desde la solidaridad, con una estructura colectiva en la que cada jugador cumple un rol claro. En el primer tiempo, eso quedó demostrado en una jugada puntual: Alan Lescano avanzó desde su propio campo y tuvo que superar tres marcas consecutivas. Primero sintió el cruce de Ayrton Costa, luego el de Paredes, y finalmente terminó condicionado cuando lo enfrentó Lautaro Di Lollo. La defensa trabajó como bloque y el desgaste conjunto fue clave.
Con la pelota, Boca mostró criterio. Paredes distribuyó con inteligencia, incluso cuando las opciones parecían limitadas. En ocasiones jugó simple, a dos metros, para sostener la tenencia; en otras buscó activar por izquierda a Lautaro Blanco o aprovechar la velocidad del Changuito Zeballos. Miguel Merentiel también aportó potencia y desgaste, listo para transformar cualquier error rival en una oportunidad de gol.
Este equipo todavía no es considerado un “equipazo” como otros que marcaron la historia del club, pero sí es un conjunto efectivo, ordenado y, sobre todo, confiable. Y esa identidad se refleja en cada presentación, incluso en las más sufridas.
Saber aguantar: una virtud que fortalece al equipo
El segundo tiempo fue otra historia. Argentinos apostó por una ofensiva más directa, cargando el área con centros desde ambos costados. Boca sintió el desgaste físico y perdió la pelota durante largos pasajes, pero la defensa resistió con orden y concentración. Marchesín volvió a aparecer en su mejor partido desde que llegó al club, despejando un mano a mano de Porcel y reaccionando ante un cabezazo de Molina que pudo cambiar todo.

Hubo sufrimiento, tensión y sensación de riesgo constante. Pero ahí emergió una virtud clave: Boca supo sufrir sin perder el control emocional, una característica fundamental para cualquier equipo que aspira a ser campeón.
El final pudo ser distinto si Argentinos concretaba alguna de sus chances, pero también es cierto que Boca mostró una dosis de fortuna —esa que acompaña a los equipos que están encaminados en algo grande— y una estructura mental que le permitió aguantar hasta el pitazo final.
