Científicos editan un biofertilizante y aumentan hasta un 6% la productividad de la soja

Un equipo internacional de investigadores, liderado por el científico del CONICET Nicolás Ayub, logró un avance histórico en la biotecnología agrícola al editar genéticamente un biofertilizante comercial para soja, aumentando hasta un 6% la productividad del cultivo. Este logro inédito, realizado con la innovadora técnica CRISPR/Cas9, no solo promete incrementar el rendimiento, sino que también puede significar una reducción significativa de costos para los productores.
El hito científico fue logrado sobre la cepa E109 de la bacteria Bradyrhizobium japonicum, una cepa fijadora de nitrógeno fundamental para la agricultura argentina y mundial. Este microorganismo se utiliza ampliamente como biofertilizante para promover la fijación biológica del nitrógeno, un proceso esencial para el desarrollo saludable de la soja.
Un avance revolucionario en biotecnología
La técnica de edición genética CRISPR/Cas9 permitió modificar el material genético de esta bacteria de forma precisa y eficiente, optimizando sus capacidades para fijar nitrógeno y aumentar la productividad de la planta. “Somos el primer grupo del mundo que logró hacer edición de CRISPR/Cas9 en bacterias élite de importancia agronómica”, destacó Ayub, quien trabaja en el Instituto de Agrobiotecnología y Biología Molecular, de acuerdo a lo reproducido por La Nación.
Este desarrollo representa un paso revolucionario, ya que hasta ahora la mayoría de los avances en biotecnología agrícola se habían enfocado en modificar las propias plantas. En cambio, este equipo se centró en el microbioma asociado a las raíces, una estrategia que abre nuevas puertas para una agricultura más eficiente y sustentable.

Impacto en la producción y los costos
La modificación genética de la cepa E109 logró aumentar hasta un 6% el rendimiento en soja, un porcentaje que puede parecer pequeño a simple vista, pero que a escala nacional implica millones de toneladas adicionales de producción. Además, al mejorar la capacidad de fijación biológica de nitrógeno, se reduce la necesidad de aplicar fertilizantes químicos, que suelen representar uno de los costos más elevados para los productores y también son perjudiciales para el medio ambiente.
En este sentido, Ayub explicó que, “en las últimas dos décadas, el costo del gas natural y sus derivados, como el nitrógeno sintético, aumentaron notablemente, mientras los precios de los cultivos se mantuvieron estables”. Por eso, el biofertilizante editado representan una alternativa más económica y ambientalmente amigable, ya que no generan impacto ambiental.

Cómo funciona la edición genética y su ventaja frente a los transgénicos
El uso del biofertilizante editado garantiza además un mayor aporte de nitrógeno al suelo, lo que permite reducir el costo de fertilización en rotaciones con cereales. Según Ayub, la técnica CRISPR/Cas9 puede acortar tiempos y costos para que esta tecnología impacte rápidamente en el sector agrícola, porque a diferencia de los organismos transgénicos, no introduce ADN de otro organismo en el biofertilizante a optimizar.
“Con la tecnología de transgénicos, lo que se hace es introducir en un organismo genes de otro distinto, que le ofrecen una nueva capacidad. Con CRISPR/Cas9, lo que hacemos son sustituciones nucleotídicas puntuales, análogas a cambiar una letra de un libro, potenciando la capacidad que ya tenían los genes nativos del biofertilizante”, explicó.
Por estar libres de ADN externo, las bacterias editadas no serían consideradas organismos genéticamente modificados (OGM) para las legislaciones de países productores de alimentos como Brasil, Estados Unidos, China, India, Indonesia, Bangladesh y Australia. Esto facilitaría su aprobación regulatoria y permitiría una comercialización más rápida.

Validación, aprobación y próximos pasos
El equipo realizó ensayos de campo que confirmaron que la mejora genética se traduce en un beneficio real y reproducible en diferentes condiciones. Según los investigadores, en aproximadamente un año la primera generación de biofertilizantes editados para soja y alfalfa podría estar disponible comercialmente, registrándose como un biofertilizante tradicional (no-OGM).
Ayub señaló que, si bien el uso de bacterias fijadoras de nitrógeno no editadas ha contribuido enormemente a la agricultura, hace más de dos décadas no se encuentran nuevas cepas naturales que superen a las existentes. “La cepa E109, utilizada para biofertilizar soja, fue aislada a comienzos de los ’90 y ningún grupo de investigación logró encontrar una que la supere. Entonces, evidentemente, en algunos cultivos llegamos a un techo en el mejoramiento tradicional de los biofertilizantes, y debemos aplicar nuevas estrategias si queremos seguir mejorando su impacto”.
Argentina en la vanguardia de la innovación agrícola
Este logro reafirma el potencial del sistema científico argentino y su capacidad para competir en la vanguardia tecnológica global, especialmente en un área crítica para el país como la producción agrícola. La soja es el principal cultivo y motor de exportaciones, y avances como este biofertilizante fortalecen la posición del país en los mercados internacionales.

“Este es un claro ejemplo de cómo la ciencia básica puede traducirse en soluciones concretas para la producción y el desarrollo económico”, concluyó Ayub. El éxito del equipo también subraya la importancia de la colaboración interdisciplinaria y la inversión sostenida en investigación aplicada.
Próximos desarrollos: biofertilizantes y probióticos para otros cultivos y el ganado
Asimismo, los investigadores se encuentran trabajando en una segunda generación de biofertilizantes editados destinados a reemplazar el nitrógeno sintético en cereales como trigo, maíz y arroz. Paralelamente, desarrollan probióticos editados para minimizar las emisiones de metano en la producción ganadera, abriendo así una nueva frontera para la biotecnología aplicada a la sustentabilidad agropecuaria.