Juntos por el bioetanol: el maíz y el azúcar le piden al Senado modificar la Ley de Biocombustibles

Las provincias productoras de bioetanol, tanto a base de maíz como de caña de azúcar, preparan el terreno político para un fuerte reclamo tras las elecciones del 26 de octubre. El objetivo: modificar la actual Ley de Biocombustibles (27.640), un marco que —según los productores— “se ha vuelto obsoleto y frena el desarrollo del sector”.
En las últimas horas, la Cámara de Bioetanol de Maíz y el Centro Azucarero Argentino enviaron una declaración conjunta a los senadores nacionales, pidiéndoles respaldo al proyecto de ley S-1495/2024, impulsado por la senadora cordobesa Alejandra Vigo. El texto propone cambios sustanciales en la normativa vigente y cuenta con el apoyo de las nueve provincias que integran la Liga Bioenergética.
“La ley 27.640 de Biocombustibles necesita una urgente modificación”, expresaron las entidades, al tiempo que destacaron que el nuevo proyecto “no implica costo fiscal, genera ahorros en divisas, promueve competencia, empleo e inversiones, y ofrece mayor soberanía energética”.

Un marco regulatorio agotado
En su carta, los representantes del sector remarcaron que el esquema actual “está agotado y se convirtió en un freno para la actividad y nuevas inversiones”. Según las cámaras, el proyecto de la Liga Bioenergética plantea un modelo previsible, sostenible y moderno, que permitiría reactivar la industria sin afectar intereses existentes.
“El nuevo régimen impulsa el crecimiento sin perjudicar a las empresas petroleras —solo sustituye nafta importada— ni a las provincias productoras de hidrocarburos, ya que las regalías se cobran sobre el crudo y el gas extraído, no sobre los combustibles que se mezclan o importan”, detallaron.
Además, la propuesta amplía la mezcla de bioetanol con naftas, mantiene un uso equilibrado de materias primas y abre el mercado, algo que los productores consideran clave para garantizar competencia y desarrollo federal.

El nuevo corte y la apertura del mercado
Uno de los puntos centrales del proyecto es el aumento del corte obligatorio de bioetanol en las naftas, que pasaría del 12% actual al 15%. Por encima de ese umbral, se establecería un mercado libre, permitiendo a las empresas competir mediante licitaciones públicas y transparentes por volumen y precio.
“Fomenta competencia y transparencia, eliminando los cupos y precios discrecionales. En su lugar se implementan licitaciones con un techo en paridad de importación que asegura precios competitivos y protege al consumidor”, argumentaron las entidades.
Desde el punto de vista tecnológico, este esquema también abre la puerta al uso de autos flex y vehículos híbridos, una tendencia creciente a nivel mundial que permitiría a las provincias diversificar su matriz energética.

Impacto fiscal y ahorro de divisas
Otro aspecto destacado por los impulsores del cambio con respecto al bioetanol es que la iniciativa no crea nuevos beneficios fiscales ni subsidios especiales. “A diferencia de regímenes como el RIGI, no contempla ventajas en Ganancias, IVA, aduanas ni acceso cambiario. Se basa en reglas claras y en la competitividad intrínseca de la agroindustria argentina”, remarcaron.
El costo fiscal neto del proyecto sería mínimo, equivalente a menos del 0,017% de la recaudación nacional, según la carta. Además, los productores sostienen que el incremento del corte al 15% permitiría un ahorro anual estimado de 150 millones de dólares, al sustituir importaciones de naftas y preservar las reservas del Banco Central.

Una apuesta federal y productiva
El documento conjunto también destaca el impacto positivo en las economías regionales. El bioetanol representa una fuente de valor agregado en origen tanto para el maíz como para la caña de azúcar, generando empleo de calidad en el interior del país.
“Promueve una industrialización e impulso federal, otorga herramientas a las provincias para desarrollar sus propias políticas energéticas y fortalece la soberanía energética nacional”, afirmaron los empresarios.
Además, recordaron que aumentar la producción de bioetanol no solo reduce la importación de combustibles fósiles, sino que también impulsa la generación de energía eléctrica renovable y la producción de alimentos balanceados para la ganadería.