Flexibilización de la barrera sanitaria patagónica despierta tensión comercial


La reciente decisión sobre la barrera sanitaria del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) de autorizar el ingreso de carne con hueso plano desde zonas libres de fiebre aftosa con vacunación hacia el sur de la barrera sanitaria ha generado reacciones encontradas. Aunque representa un avance en la integración sanitaria del país, también abre un nuevo capítulo de incertidumbre para la ganadería patagónica, que teme un eventual impacto económico por la competencia con productos más baratos.

Tras meses de idas y vueltas, la nueva resolución del SENASA —vigente desde el viernes pasado— permite el ingreso de cortes con huesos planos, como asado y esternón, desde el norte de la barrera hacia la Patagonia. Quedan excluidas por ahora las medias reses y los cuartos con hueso, y la autorización está sujeta a estrictos requisitos sanitarios vinculados al origen de los animales y a las plantas de faena y procesamiento habilitadas.

El organismo nacional tomó esta decisión tras mantener conversaciones con actores institucionales y gobiernos provinciales, así como con autoridades sanitarias de la Unión Europea y de Chile, mercados clave para las exportaciones argentinas. Ambos países respaldaron la medida, lo que reforzó la postura de SENASA sobre la solidez sanitaria del cambio normativo.

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Preocupación en el sur por la barrera sanitaria

Pese al aval técnico y diplomático de la barrera sanitaria, la noticia encendió luces de alerta entre los productores de la Patagonia, que desde hace años gozan del estatus de región libre de fiebre aftosa sin vacunación, condición que les permitió desarrollar un mercado diferenciado, especialmente en términos de precio.

Actualmente, los novillos gordos en la Patagonia se comercializan con un 20% de sobreprecio respecto de los valores al norte de la barrera sanitaria. Este diferencial no se traslada al mercado de invernada, donde los precios son similares al promedio nacional. Sin embargo, el beneficio comercial para quienes engordan en el sur se sostiene gracias a ese premio en el mercado de hacienda terminada.

La posibilidad de que la región comience a recibir carne con hueso de animales de zonas con precios más bajos despierta el temor de que ese margen comercial se vea erosionado, afectando la rentabilidad de la cadena ganadera local.

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Más allá del impacto inmediato de la barrera sanitaria, varios analistas señalan que esta flexibilización era una medida previsible. La segmentación sanitaria entre la Patagonia y el resto del país tiende a desdibujarse a medida que otras regiones logran avanzar en el control sanitario. Además, desde hace años ya se permite el ingreso a la Patagonia de carne sin hueso proveniente de otras zonas del país, lo que no ha alterado sustancialmente la lógica de precios.

A esto se suma un elemento externo de peso: la reciente calificación de casi todo el territorio brasileño como libre de aftosa sin vacunación. Este hecho introduce un nuevo factor de presión para la Patagonia, ya que podría permitirle a Brasil competir con cortes con hueso a precios aún más bajos que los argentinos. En este contexto, mantener una barrera cerrada indefinidamente no resulta sostenible.

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Distancia como resguardo y mirada hacia el futuro

Un punto a favor de los productores patagónicos es la distancia geográfica. La ubicación remota de la región respecto de los principales centros ganaderos del país y del Mercosur sigue actuando como un factor protector frente a una eventual saturación de carne más barata.

Lejos de frenar la integración, el desafío parece estar en fortalecer los atributos diferenciales del sur argentino, como su estatus sanitario único y su trazabilidad, para capturar valor agregado en nichos de mercado premium.

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En definitiva, si bien es comprensible que esta apertura de la barrera sanitaria genere inquietud en el corto plazo, también puede leerse como una señal del avance sanitario nacional y del reconocimiento internacional al trabajo argentino en materia de aftosa. Para los actores de la Patagonia, el foco debe estar en aprovechar ese capital sanitario para seguir construyendo una marca regional fuerte y competitiva.