El asado resiste: por qué la carne sube menos que la inflación en Argentina


En un contexto de inflación persistente, donde la mayoría de los alimentos registran subas mensuales significativas, el asado y la carne vacuna se mantiene como una excepción. En los últimos meses, los precios del asado, el vacío y otros cortes populares aumentaron igual o incluso por debajo del índice general, un fenómeno que llamó la atención en medio de la escalada inflacionaria.

Según explicó en una entrevista con Radio Rivadavia, Mario Ravettino, presidente del Consorcio de Exportadores de Carnes Argentinas (ABC), la causa principal de esta estabilidad no es una mejora estructural del sector, sino una consecuencia directa de la caída del poder adquisitivo de los consumidores.

“La gente no tiene el mismo nivel de consumo”

En diálogo con Radio Rivadavia, Ravettino detalló que “si tomamos el IPC en junio fue 1,6% y la carne 1,6%; en julio 1,9% y la carne 1%; en agosto 1,9% y la carne 0,3%; y el último mes prácticamente iguales: 2,1% y 2%”.

“Está muy estable”, aseguró el dirigente, aunque aclaró que no se trata de una buena noticia: “La estabilidad se debe a que la situación económica de la gente hace que no tengamos los niveles de consumo de antes”.

El referente del sector explicó que la demanda interna sigue retraída, y que solo en fechas especiales, como el Día del Padre o el Día de la Madre, se observa un leve repunte impulsado por el clásico asado familiar. “Son momentos puntuales, no una tendencia de recuperación”, subrayó.

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Menos consumo, más estabilidad

El fenómeno de precios estables en la carne contrasta con lo ocurrido en otros rubros alimentarios. Por ejemplo, el tomate subió más de 30% en un solo mes, impulsado por factores estacionales y climáticos.

Consultado por esa diferencia, Ravettino aclaró que “no puede opinar sobre otros productos”, pero señaló que la carne vacuna “tiene una oferta continua a lo largo del año, a diferencia de las frutas y hortalizas, que dependen de ciclos de producción y condiciones climáticas”.

“Trabajo hace 40 años en esto y puedo hablar de lo que conozco. Las frutas y hortalizas tienen subas ocasionales, pero la carne y el asado tiene una dinámica diferente. Lo que pasa hoy responde más al contexto general de la economía”, explicó el titular del Consorcio.

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La caída del consumo interno de carne vacuna es otro factor clave detrás de la estabilidad de precios. Ravettino recordó que el consumo per cápita ronda los 48 a 50 kilos por año, una cifra muy por debajo de los 70 kilos que los argentinos consumían dos décadas atrás.

“Esa cifra no va a volver”, afirmó. “Hoy tenemos una dieta de proteína animal mucho más diversificada: unos 50 kilos de carne vacuna, 40 de aviar y 20 de cerdo. Argentina sigue siendo el segundo país del mundo que más carne vacuna consume, pero también crecieron las otras proteínas”.

El cambio en los hábitos alimentarios, impulsado tanto por cuestiones económicas como por nuevas preferencias de consumo, reconfiguró el mercado. Las familias combinan cortes vacunos con pollo y cerdo, y recurren a opciones más accesibles o congeladas para equilibrar su presupuesto mensual.

Competencia interna y crisis en el sector lechero

Ravettino también se refirió a la situación del sector lechero y la competencia que enfrenta la ganadería frente a la agricultura. “Producir un pollo lleva 60 días, un cerdo 120, y un novillo tarda dos años. Eso explica mucho de las dificultades de la cadena ganadera. El productor compara y muchas veces decide sembrar soja porque obtiene más rentabilidad con menos riesgo”, analizó.

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El presidente del Consorcio subrayó que la ganadería enfrenta plazos largos, mayores costos financieros y menor previsibilidad, lo que desalienta la inversión y la expansión del rodeo. A su vez, la menor rentabilidad interna y las trabas a las exportaciones complican la sustentabilidad del negocio.

“Necesitamos una política agroalimentaria integral”

En el tramo final de la entrevista, Ravettino apuntó a la falta de planificación a largo plazo en la política agroindustrial argentina. “En un país con más de mil kilómetros de litoral marítimo, el consumo de pescado sigue siendo mínimo. Nos falta una política agroalimentaria integral, que promueva el equilibrio entre producción, consumo y exportación”, sostuvo.

El dirigente considera que el desafío pasa por revalorizar la producción local sin descuidar los mercados internacionales, fortaleciendo el poder adquisitivo interno y diversificando la matriz alimentaria.

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En definitiva, la carne sube menos que la inflación, pero no porque haya eficiencia o abundancia en la cadena productiva, sino porque el consumo se desplomó. Los precios están estables, pero a costa de una menor rotación, márgenes más ajustados y un consumo interno en los niveles más bajos de las últimas décadas.

El “asado que resiste” lo hace, paradójicamente, por el ajuste del bolsillo argentino.