Después de 22 años, la Argentina volvió a importar toros desde Estados Unidos

El 7 de octubre pasado, un avión cargado con toros lecheros de raza Holstein aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza y marcó un hito histórico para la lechería argentina. Después de más de dos décadas, el país reabrió el ingreso de animales en pie provenientes de Estados Unidos, una práctica suspendida desde 2002 por la irrupción global de la encefalopatía espongiforme bovina, conocida como “mal de la vaca loca”.
El hecho no solo simboliza la reanudación del vínculo sanitario y comercial entre ambos países, sino también la posibilidad de diversificar la base genética del rodeo nacional, un paso clave para la competitividad del sector. Los toros llegaron tras la firma de nuevos acuerdos sanitarios y bajo estrictos protocolos de bioseguridad supervisados por el Senasa.
Un hito sanitario y comercial
El embarque fue gestionado por Select Debernardi, una firma con larga trayectoria en genética bovina. Su directivo, Francisco López Harburu, destacó el alcance de la operación: “Luego de 22 años durante los que estuvo prohibida la importación de animales en pie desde Estados Unidos, arribó al Aeropuerto de Ezeiza la primera tanda de toros Holstein, para aportar nuevas fuentes de diversidad genética y potenciar la competitividad del rodeo argentino”.

Según explicó, el regreso de las importaciones fue posible gracias a años de gestiones y cooperación sanitaria entre los organismos de ambos países. “Este logro es el resultado de trabajo, gestión y confianza. Con esta importación se da un paso clave para ofrecer genética de primer nivel mundial”, subrayó López Harburu.
Los toros seleccionados fueron criados en el estado de Ohio y responden a distintas necesidades productivas: algunos están destinados a sistemas intensivos de confinamiento, con altos índices de eficiencia alimenticia y longevidad; otros fueron elegidos para sistemas pastoriles con suplementación, priorizando fertilidad, tamaño moderado y calidad de los sólidos lácteos.
Tecnología genética y adaptación al clima
Entre los toros importados se encuentran animales portadores del gen “slick”, una característica que les permite soportar mejor las altas temperaturas gracias a su pelaje más corto y liso. Este rasgo, cada vez más valorado en regiones cálidas, mejora la capacidad de los animales para mantener su rendimiento bajo condiciones de estrés térmico.
La incorporación de estos toros abre la puerta a una mejora sostenida en la genética lechera local, un aspecto clave para aumentar la productividad y la resiliencia de los tambos argentinos ante escenarios climáticos cambiantes.

Cuarentena y controles del Senasa
Tras su llegada, los toros fueron trasladados al histórico Lazareto de la calle Brasil, en Buenos Aires, donde cumplirán los 30 días de cuarentena obligatoria bajo la supervisión del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa). Durante ese período permanecen en boxes individuales y realizan caminatas diarias controladas.
“El cuidado durante la cuarentena estará a cargo de personal especializado y bajo la supervisión de un médico veterinario. Superado ese período, los animales serán trasladados a centros de inseminación artificial, donde contribuirán con nuevos genes positivos para el rodeo lechero nacional”, detalló el despachante de aduana Guillermo Draletti, uno de los responsables del operativo.
Una logística planificada al detalle
El traslado desde Ohio hasta Buenos Aires fue minuciosamente planificado. Los toros recorrieron cientos de kilómetros por tierra hasta llegar al aeropuerto de Miami, donde fueron embarcados en un vuelo carguero especialmente acondicionado para el transporte de animales en pie.

Los despachantes Draletti y Diego Cestaro explicaron que el avión, un modelo de fuselaje ancho (787, 767 o 747), estaba equipado con un sistema de control ambiental que mantuvo una temperatura estable entre 11 y 13 grados y un suministro constante de oxígeno durante todo el trayecto.
“Los toros fueron ubicados en corrales de tres por tres metros y 1,82 metros de altura, construidos con madera y alambre. Se colocaron cuatro ejemplares en un corral y cinco en otro, evitando movimientos bruscos que pudieran ocasionar caídas”, describió Cestaro. Durante el vuelo, los animales contaron con asistencia permanente de personal especializado.
Un paso hacia la modernización del rodeo
La llegada de estos toros marca un punto de inflexión para la ganadería lechera argentina. Representa no solo la reapertura de un canal comercial clave, sino también la oportunidad de incorporar genética de excelencia, adaptada a las exigencias del mercado global.
Como sintetizó López Harburu, “este es un paso estratégico hacia un rodeo más diverso, eficiente y competitivo, capaz de sostener el crecimiento del sector lechero argentino en el largo plazo”.