Alimentos alcanzan máximos de más de dos años: FAO alerta sobre la escalada de precios


Los precios mundiales de los alimentos volvieron a encender las alarmas al registrar en agosto su nivel más alto desde febrero de 2023, según informó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). El índice global de precios de los alimentos se ubicó en 130,1 puntos, apenas por encima de los 130 puntos de julio, y 6,9 % por encima del valor registrado hace un año, marcando un escenario de alerta para consumidores y mercados internacionales.

Carnes y aceites vegetales impulsan la suba

El incremento del índice de precios de los alimentos estuvo liderado por la carne, que alcanzó un nuevo máximo histórico con un alza intermensual del 0,6 %. La fuerte demanda de carne vacuna en Estados Unidos y China explicó buena parte del repunte. Asimismo, los precios de la carne ovina mostraron subas, mientras que la de cerdo se mantuvo estable y la de aves retrocedió, beneficiada por la abundante oferta proveniente de Brasil.

Los aceites vegetales también impulsaron los precios de los alimentos, con un aumento del 1,4 %, el más alto en más de tres años. Este repunte estuvo liderado por los aceites de palma, girasol y colza, presionados por la demanda internacional y la decisión de Indonesia de ampliar la mezcla obligatoria de biodiésel. En contraste, el aceite de soja mostró bajas, ante expectativas de una oferta abundante.

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Cereales y lácteos, en retroceso

En contrapartida, los cereales cayeron por quinto mes consecutivo, con un descenso del 0,8 %. El trigo fue el más afectado debido a las abundantes cosechas en la Unión Europea y Rusia, mientras que el maíz mostró aumentos por la mayor demanda de piensos y etanol en Estados Unidos. El arroz también retrocedió, presionado por la caída de los precios en India y la intensa competencia entre exportadores internacionales.

Los productos lácteos acompañaron la tendencia bajista en alimentos con una merma del 1,3 %, afectados por la débil demanda en mercados asiáticos, lo que impactó las cotizaciones de manteca, queso y leche entera en polvo.

Tras cinco meses consecutivos de descensos, el azúcar mostró un leve repunte del 0,2 % en agosto. La preocupación por los rendimientos de la caña de azúcar en Brasil, junto con una demanda mundial más sólida, compensó las perspectivas de mejores cosechas en India y Tailandia, evitando mayores caídas en los precios internacionales.

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Producción récord de cereales

En paralelo, la FAO proyectó que la producción mundial de cereales alcanzará un récord de 2.961 millones de toneladas en 2025, lo que representa un 3,5 % más que en 2024. Este crecimiento responde principalmente al aumento de la superficie sembrada y los altos rendimientos de maíz en Estados Unidos, Brasil y México, mientras que la Unión Europea enfrentará caídas debido a la sequía.

De esta forma, el organismo advierte que, aunque la oferta global muestra señales de fortaleza, las tensiones en la demanda y los factores climáticos continúan presionando los precios internacionales de los alimentos, afectando tanto a productores como a consumidores.

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Perspectivas y desafíos

El escenario actual refleja una dualidad compleja: por un lado, la producción mundial de cereales y aceites vegetales sigue creciendo; por otro, la demanda sostenida de carnes y el repunte del azúcar mantienen los precios elevados. Los expertos alertan sobre la necesidad de monitorear de cerca los mercados, ya que factores climáticos adversos o políticas comerciales pueden generar nuevas presiones sobre los precios de alimentos, con impactos directos en la seguridad alimentaria global.

En este contexto, los países productores deben equilibrar la producción con la estabilidad de los precios, mientras los importadores enfrentan desafíos para planificar compras en mercados cada vez más volátiles. La FAO enfatiza que, aunque la oferta de alimentos parece sólida, la combinación de factores climáticos, logísticos y de demanda seguirá siendo clave para definir la trayectoria de los precios en los próximos meses, manteniendo la incertidumbre sobre la accesibilidad de los alimentos a nivel global.