La eficiencia en el riego, clave para potenciar la competitividad de la alfalfa en Santiago del Estero

La alfalfa se consolida como el motor forrajero del Área de Riego del Río Dulce, en Santiago del Estero. Con cerca de 20.000 hectáreas implantadas y un rendimiento promedio anual de 15 toneladas de materia seca por hectárea, el cultivo ocupa un rol estratégico en la producción ganadera y lechera de la región. Sin embargo, especialistas del INTA advierten que la clave para sostener e incluso incrementar su productividad está en la eficiencia del uso del agua.
Según los expertos, alcanzar un rendimiento de 20 toneladas de materia seca por hectárea —un 33% más que el promedio actual— depende en gran medida de un manejo más preciso del riego. En esta zona, los requerimientos hídricos de la alfalfa rondan los 1.250 milímetros anuales, de los cuales entre 650 y 720 milímetros deben ser suministrados mediante riego. Por eso, la eficiencia en la distribución y el control del recurso se vuelve determinante tanto para la rentabilidad como para la sustentabilidad ambiental del sistema.
Planificación y tecnología, los pilares de la eficiencia
“Conocer los requerimientos de agua de los cultivos y los momentos críticos en los que el déficit hídrico tiene mayor impacto es clave para maximizar los rendimientos”, explicó Gabriel Angella, especialista en riego y gestión del agua del INTA Santiago del Estero.
El técnico subrayó la importancia de planificar el riego en las etapas más sensibles del desarrollo del cultivo, evitando pérdidas de biomasa y asegurando una correcta recuperación entre cortes. “Una buena programación del riego permite aprovechar al máximo la capacidad de producción de la alfalfa y reducir los costos operativos, especialmente en años de alta demanda hídrica”, detalló.

En ese sentido, Angella destacó que la nivelación y sistematización de lotes, el control preciso de caudales y la incorporación de tecnologías de monitoreo son herramientas fundamentales para lograr una gestión eficiente de la alfalfa. Estas prácticas no solo mejoran la productividad, sino que también reducen el desperdicio de agua y los riesgos de salinización, dos amenazas recurrentes en las zonas de riego intensivo.
Un cultivo estratégico para la región
La alfalfa cumple un papel central en los sistemas productivos del norte argentino, al aportar forraje de alta calidad y servicios ecosistémicos como la mejora de la estructura del suelo y la fijación biológica de nitrógeno. En el caso del Área de Riego del Río Dulce, su desarrollo está estrechamente ligado al avance tecnológico en el manejo del agua.

Mónica Cornacchione, especialista del INTA en el cultivo, detalló que “las alfalfas de dos o tres años de implantación suelen tener entre seis y ocho cortes anuales, con intervalos de 25 a 40 días según las condiciones ambientales. Con un manejo eficiente del riego, esos valores pueden sostenerse y alcanzar rendimientos de 20 toneladas de materia seca por hectárea”.
Cornacchione resaltó que la combinación entre una programación racional del riego y la adopción de buenas prácticas agronómicas permite mejorar la persistencia de la alfalfa y la calidad del forraje, además de reducir costos indirectos como el consumo energético y el mantenimiento de equipos.
Sustentabilidad y competitividad a largo plazo
Para los técnicos del INTA, la eficiencia hídrica no solo es una cuestión productiva, sino una estrategia económica y ambiental de largo plazo. “El futuro de la producción de alfalfa en el Área de Riego del Río Dulce depende, en gran parte, de una mejora en las prácticas de manejo del agua”, enfatizó Cornacchione.

En un contexto de creciente competencia por los recursos hídricos, optimizar el riego se vuelve una condición indispensable para asegurar la sustentabilidad y la competitividad del cultivo en la región. La incorporación de tecnologías de monitoreo, la capacitación técnica y la cooperación entre productores e instituciones aparecen como los caminos más directos hacia ese objetivo.
“Optimizar el riego no es una opción, es una necesidad”, concluyó la especialista. “Solo con un manejo inteligente del agua podremos sostener una alfalfa rentable, eficiente y ambientalmente responsable, que siga siendo la base forrajera del desarrollo ganadero en Santiago del Estero”.