Alfalfa: INTA investiga estrategias para mejorar la producción en ambientes semiáridos

Nuevas estrategias para la alfalfa. En la región pampeana semiárida, donde el agua es un recurso escaso y estratégico, investigadores del INTA Anguil (La Pampa) avanzan en el desarrollo de estrategias para mejorar el rendimiento y la sostenibilidad de los cultivos de alfalfa. Esta especie forrajera, fundamental para la ganadería argentina, requiere un manejo nutricional eficiente, especialmente en suelos con baja disponibilidad de fósforo y otros nutrientes esenciales.
La investigación, liderada por Romina Fernández y Alberto Quiroga, analizó cómo la combinación adecuada de fósforo (P) y azufre (S) puede influir tanto en la productividad del forraje como en la eficiencia en el uso del agua, dos variables críticas para el éxito del cultivo en condiciones de restricción hídrica.
Los ensayos se realizaron sobre suelos de textura franca y franco-arenosa, caracterizados por bajos niveles de fósforo disponible. En ese contexto, se evaluaron diferentes dosis de fertilización fosfatada —9, 18 y 36 kilogramos por hectárea por año—, aplicadas con y sin el agregado de azufre.
Mejores respuestas de la alfalfa con azufre
Uno de los resultados más destacados del estudio sobre la alfalfa fue el impacto positivo que tuvo el agregado de azufre sobre la producción de materia seca. Según explicaron los especialistas, la fertilización azufrada aumentó la producción de forraje entre un 12% y un 33%, siendo más notable en las parcelas que recibieron la dosis más baja de fósforo (9 kg/ha/año).

“La alfalfa tiene altos requerimientos nutricionales, y es clave manejar la fertilización para lograr buenas producciones de forraje, sobre todo en ambientes con restricciones hídricas”, explicó Fernández. A su vez, el agregado de azufre mejora la eficiencia en el uso de otros nutrientes, como el fósforo y el nitrógeno, lo que favorece el crecimiento y la capacidad de nodulación de la planta.
La mejora en la eficiencia en el uso del agua (EUA) fue otro aspecto clave. Quiroga indicó que el uso combinado de fósforo y azufre resultó en una mayor eficiencia hídrica, particularmente en dosis bajas y medias de fósforo, aunque aclaró que esta eficiencia varía significativamente a lo largo del año. En los distintos momentos evaluados, los valores de EUA fluctuaron entre 10 y 41 kilogramos de materia seca por hectárea por cada milímetro de agua consumido.

Impacto en la exportación de nutrientes
El estudio también llamó la atención sobre la alta extracción de nutrientes del suelo producto del corte mecánico del forraje, una práctica habitual en el manejo de alfalfa. En tres años de monitoreo, la exportación de fósforo alcanzó valores entre 50 y 119 kg/ha, mientras que la de azufre osciló entre 36 y 105 kg/ha. Además, la extracción de cationes como calcio, magnesio y potasio fue significativa, con rangos que van desde 700 hasta 1800 kg/ha.
Estos datos muestran que, si bien la fertilización permite aumentar la productividad y aprovechar mejor el agua disponible, también implica un mayor agotamiento del suelo si no se implementan estrategias de reposición adecuadas. “La fertilización con fósforo y azufre no solo mejora la producción de forraje, sino que permite aprovechar mejor el agua disponible, lo cual es estratégico en regiones semiáridas, aunque también impacta en mayor extracción de nutrientes del suelo”, remarcaron los investigadores.

Los resultados del trabajo realizado por el INTA Anguil aportan información clave para mejorar la toma de decisiones en el manejo de alfalfa en ambientes desafiantes. A futuro, será necesario avanzar en estrategias de reposición de nutrientes que permitan sostener la productividad sin comprometer la fertilidad de los suelos.
La investigación también refuerza la idea de que no alcanza con pensar en la cantidad de forraje producido, sino que es necesario optimizar su calidad y el momento de aprovechamiento, además de cuidar el equilibrio del sistema productivo.