Alfalfa 2026: precisión y digitalización para un cultivo más rentable
La alfalfa continúa consolidándose como uno de los cultivos forrajeros más estratégicos de Argentina, siendo clave tanto en sistemas ganaderos como en esquemas mixtos agrícola-ganaderos. Según Fernando Scaramuzza para Infocampo, consultor en agricultura de precisión, “el éxito del cultivo depende en gran medida de las decisiones tomadas durante la planificación y la siembra”, etapa que define la densidad inicial de plantas y, por ende, el 70% del potencial productivo futuro.
La densidad recomendada para la siembra oscila entre 250 y 350 plantas/m², y una correcta planificación asegura implantación uniforme, vigorosa y en fecha óptima. En sistemas de siembra directa, la acumulación de biomasa del cultivo anterior cobra especial relevancia: un lote limpio y con rastrojos bajos favorece la humedad útil y la preparación de la cama de siembra.
Elección del cultivo antecesor
La selección del antecesor resulta determinante para la implantación exitosa de la alfalfa. La moha para henificar se destaca por su bajo volumen de rastrojo y su capacidad de liberar el lote tempranamente, logrando hasta un 90% de densidad de plantas en comparación con siembras convencionales. Cultivos como girasol, trigo, soja de ciclo corto o maíz para silaje también pueden ser adecuados, mientras que maíz y sorgo para grano no son recomendables por su exceso de rastrojo.
Las pasturas degradadas son malos antecesores, debido a problemas de compactación, infestación de malezas y efectos de autotoxicidad si contenían alfalfa previamente. En estos casos, se recomienda descansar el lote con otro cultivo durante al menos una estación de crecimiento, asegurando condiciones óptimas para la nueva implantación.

Suelo y diagnóstico digitalizado
El suelo es donde comienza todo. Gracias a la digitalización y tecnologías 4.0, los productores pueden realizar análisis georreferenciados y multicapa, utilizando sensores de conductividad eléctrica, mediciones de radiación gamma, drones multiespectrales y plataformas digitales. Esta información permite ajustar dosis de nutrientes y enmiendas de manera diferencial según cada sector del lote, optimizando la implantación y la productividad futura.
Plataformas digitales como Auravant, FieldView o Cropwise integran capas de información (NDVI, altimetría, mapas de suelo e historial de rindes) para diseñar estrategias de manejo sitio-específico. El balance entre requerimientos nutricionales y oferta del suelo garantiza que cada área reciba los insumos necesarios, aumentando eficiencia y uniformidad del cultivo.

Control de malezas y siembra de precisión
Llegar limpio al momento de la siembra es fundamental. Malezas perennes o gramíneas invernales pueden reducir la implantación, por lo que los tratamientos deben planificarse desde el cultivo antecesor. El uso de drones permite mapear la distribución de malezas y aplicar prescripciones variables con precisión, reduciendo el uso de fitosanitarios y el impacto ambiental.
La siembra precisa depende de maquinaria calibrada y bien mantenida. Revisar sembradoras, control de dosificadores, cuchillas y uniformidad de distribución evita pérdidas críticas durante la ventana de siembra, que suele ser breve y limitada por la humedad del suelo. Este cuidado inicial determina densidad, persistencia y retorno económico del cultivo.

Selección de cultivar y agricultura digital
La elección del cultivar debe alinearse con el ambiente del lote, considerando análisis de suelo, mapas de productividad, NDVI y antecedentes de rendimiento. La Red Nacional de Evaluación de Cultivares de Alfalfa del INTA proporciona información comparativa sobre persistencia, rebrote, resistencia sanitaria y productividad, facilitando decisiones basadas en evidencia.
La digitalización permite transformar la implantación en un proceso medible y predecible. Con drones, sensores y plataformas de análisis, se pueden estimar biomasa, densidad de plantas y uniformidad, además de planificar cortes y fertilización con criterios objetivos. Esta integración asegura que cada intervención sea precisa, eficiente y sustentable.
Hacia una alfalfa 4.0
La alfalfa evoluciona hacia un modelo 4.0, donde planificación, control de malezas, selección de cultivares y calibración de maquinaria se combinan con herramientas digitales para maximizar productividad y persistencia. Trabajar con información precisa reduce variabilidad, asegura densidades estables y permite capitalizar cada recurso disponible, desde el agua hasta los nutrientes, garantizando un cultivo más rentable y duradero.
