El agro gana peso en el Congreso: los nuevos legisladores serán clave en las reformas estructurales
Las elecciones legislativas 2025 redefinieron el mapa político del Congreso argentino, dejando un equilibrio inédito que será decisivo para el futuro del sector agroindustrial. Según un informe de Fundación Barbechando, el oficialismo y sus aliados ampliaron significativamente su representación, consolidándose como la primera minoría tanto en Diputados como en el Senado, aunque sin alcanzar mayoría propia.
Este nuevo panorama abre una etapa de intensas negociaciones parlamentarias, donde el papel de los legisladores con raíces en el agro se vuelve cada vez más relevante. El Congreso se perfila como el espacio donde se definirá la orientación de las reformas laboral, impositiva y presupuestaria, tres ejes centrales para la competitividad del campo argentino.
Un Congreso más productivo
En la Cámara de Diputados, la alianza oficialista alcanzó 107 bancas, mientras que en el Senado triplicó su presencia, pasando de 8 a 25 escaños. Esta nueva correlación de fuerzas no sólo fortalece al Ejecutivo, sino que también da mayor visibilidad a un grupo de legisladores vinculados directamente con el sector agropecuario, que buscarán incidir en las principales políticas públicas del próximo período.
Entre los nuevos ingresos al Congreso se destacan figuras con trayectoria en la producción y la gestión rural, como Patricia Bullrich (CABA), Joaquín Benegas Lynch (Entre Ríos), Alicia Fregonese (Entre Ríos), Pablo Cervi (Neuquén), Gisela Scaglia (Santa Fe) y Abelardo Ferrán (La Pampa), entre otros. Todos ellos integran o acompañan el denominado “Espacio Legislativo del Agro”, una red transversal que reúne representantes de distintas fuerzas políticas con el objetivo de defender los intereses de la cadena agrobioindustrial.

Una red de influencia y diálogo
El Espacio Legislativo del Agro buscará fortalecer su rol como puente entre el sector productivo y el Estado, impulsando políticas orientadas a la competitividad, la infraestructura rural y la bioeconomía. Según el relevamiento de Barbechando, esta red también promoverá una mayor articulación entre las provincias productivas, especialmente aquellas que dependen fuertemente de la exportación de granos, carnes y biocombustibles.
“La agenda productiva tiene una ventana de oportunidad única para incorporarse en las discusiones estructurales que se vienen”, señala el informe, que resalta que la nueva composición del Congreso genera una dinámica de poder más abierta, donde el diálogo y la negociación serán esenciales para avanzar en las reformas que el Ejecutivo pretende aprobar.

Tres reformas clave en la mira
Desde el oficialismo se prevé un paquete de reformas estructurales que marcará la agenda del 2026: una reforma laboral orientada a reducir costos y promover empleo formal; una reforma impositiva que busca simplificar tributos y mejorar la competitividad exportadora; y una revisión presupuestaria que apunta a la eficiencia del gasto público.
En ese contexto, los legisladores con vínculos con el agro tendrán un rol central para defender los intereses del interior productivo y garantizar que las medidas no afecten la rentabilidad del sector.
“El Congreso será el escenario donde se definan las reglas del juego para la producción y las economías regionales. Contar con legisladores que comprendan la realidad del campo es una ventaja competitiva para todo el país”, destacó una fuente cercana a la Fundación Barbechando.

Desafíos y oportunidades
Aunque el oficialismo llega fortalecido tras los comicios, deberá tejer alianzas con bloques provinciales y productivos para lograr los consensos necesarios. En ese entramado, el bloque agroindustrial se presenta como un actor clave para construir acuerdos legislativos, especialmente en temas sensibles como retenciones, infraestructura logística o promoción exportadora.
“Los próximos meses serán decisivos”, anticipan desde Barbechando. “El Congreso dividido en tercios y la necesidad de acuerdos amplios abren la puerta a que el agro, con su peso territorial y su aporte a la economía nacional, tenga una voz decisiva en la construcción de políticas públicas”.
Con la nueva conformación parlamentaria, el campo vuelve a ocupar un lugar estratégico en el tablero político argentino: no sólo como motor económico, sino como socio indispensable para el desarrollo y la estabilidad en un país que busca recomponer su rumbo productivo.
