UE-Mercosur: nueva postergación despierta tensiones mientras el agro argentino espera certezas


La postergación de la firma del acuerdo comercial UE-Mercosur, anunciada el 19 de diciembre de 2025, volvió a poner el foco en los desafíos políticos que enfrenta el tratado. Aunque la Comisión Europea y el Consejo Europeo aseguraron que buscarán avanzar con la firma a principios de enero de 2026, la demora evidenció nuevamente las tensiones internas del bloque europeo y la creciente preocupación de los países agroexportadores del Mercosur.

En una carta institucional enviada al presidente brasileño Lula da Silva y a los líderes del Mercosur, las autoridades europeas reconocieron que “lamentablemente no será posible proceder con la firma del Acuerdo de Asociación UE-Mercosur el 20 de diciembre”, pero ratificaron su intención de avanzar sin nuevas demoras. El comunicado buscó tranquilizar a los socios del Mercosur, mientras se resuelven los debates internos dentro de la Unión Europea, especialmente los vinculados al sector agrícola.

Cláusulas de salvaguardia y posturas contrapuestas

Una de las medidas adoptadas por la Unión Europea en los últimos días fue la implementación de cláusulas de salvaguardia, destinadas a reaccionar ante incrementos imprevistos de importaciones agroalimentarias desde el Mercosur. Estas reglas permitirían suspender temporalmente beneficios comerciales si se detectan daños o riesgos para la agricultura europea.

Sin embargo, la medida no logró eliminar las críticas de algunos Estados miembros al acuerdo UE-Mercosur. Durante la cumbre de presidentes del 20 de diciembre, Lula da Silva advirtió que “sin voluntad política y sin coraje por parte de los líderes, no será posible finalizar una negociación que se ha prolongado durante 26 años”. El mandatario brasileño subrayó que el texto del acuerdo está prácticamente cerrado y que las demoras actuales responden a disputas internas de la UE.

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El contrapunto más duro provino de Polonia. Su presidente, Karol Nawrocki, calificó el acuerdo como “un desastre” para su país, alegando que generaría competencia desleal y podría afectar gravemente a la agricultura polaca, aun con las salvaguardias incluidas. Nawrocki cuestionó la lógica de importar alimentos desde distancias tan lejanas y consideró que los mecanismos previstos serían insuficientes para proteger a los productores locales.

Expectativa y cautela en el Mercosur

Para Argentina y los demás países del Mercosur, la situación genera expectativa y cautela. El acuerdo UE-Mercosur es considerado clave para abrir nuevos mercados, fortalecer la inserción internacional y mejorar la competitividad del sector agroindustrial, pero las sucesivas postergaciones mantienen la incertidumbre sobre la planificación de inversiones y estrategias comerciales.

Las declaraciones posteriores a la postergación confirman que, aunque el acuerdo UE-Mercosur está más avanzado que nunca, también está más expuesto a la política interna europea. La promesa de avanzar con la firma en enero renueva las expectativas del Mercosur y del agro argentino, aunque las críticas internas dentro de la UE evidencian que el debate sobre protección agrícola sigue abierto.

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Un inicio de 2026 decisivo para la firma del acuerdo

El inicio del próximo año será crucial para definir si el tratado se concreta o surgen nuevos obstáculos. Para la UE, la firma representa un mensaje estratégico de apertura comercial en un contexto internacional más fragmentado, mientras que para los países del Mercosur es una oportunidad histórica de consolidar su presencia en mercados globales.

El desenlace del acuerdo UE-Mercosur dependerá de hasta dónde Europa esté dispuesta a asumir el costo político de abrir su mercado al agro sudamericano. Mientras tanto, los productores argentinos siguen atentos a los movimientos políticos en Bruselas, conscientes de que cada demora prolonga la incertidumbre en un sector que necesita previsibilidad para planificar su desarrollo y crecimiento.

En definitiva, el acuerdo UE-Mercosur mantiene un alto potencial económico, pero está condicionado por la dinámica política europea, dejando al agro sudamericano pendiente de decisiones clave que definirán su futuro comercial en los próximos meses.