Protesta rural en 9 de Julio: productores cortan calles por falta de respuesta ante inundaciones


La crisis hídrica en el partido bonaerense de 9 de Julio llegó a un punto límite, y los productores rurales decidieron visibilizar su malestar con una contundente manifestación frente al edificio municipal. La quema de neumáticos y pancartas con reclamos reflejaron el hartazgo ante la falta de respuestas oficiales en una zona que, desde hace meses, se ve afectada por inundaciones recurrentes.

El mensaje que sintetizó el estado de ánimo fue publicado por la productora y dirigente Patricia Gorza, presidenta de Mujeres en la Ruralidad y referente de la Federación Agraria Argentina (FAA). “En 9 de Julio los productores estamos hartos”, escribió en la red social X, acompañando la frase con imágenes de la protesta.

El reclamo va más allá de la lluvia acumulada en los últimos meses, que sin dudas fue abundante. Los productores de 9 de Julio denuncian que los aportes en concepto de tasas viales y otros tributos no se traducen en obras de mantenimiento de caminos y canales, que dependen directamente de los municipios. La protesta, entonces, apuntó a exigir un uso más eficiente y transparente de los recursos recaudados.

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Inundaciones continuas y falta de obras

La situación en la Cuenca del Salado se volvió insostenible con las lluvias históricas registradas desde el verano y que se profundizaron durante el invierno. Los campos permanecen anegados, los caminos rurales intransitables y las actividades agropecuarias paralizadas, generando graves pérdidas económicas y un profundo malestar social.

Patricia Gorza viene denunciando diariamente en redes sociales las dificultades que atraviesan productores y vecinos de 9 de Julio. Las publicaciones muestran imágenes de caminos destrozados, canales sin mantenimiento y estancias aisladas por el agua. Ante este panorama, los productores decidieron endurecer su postura y salir a la calle.

La protesta se organizó principalmente en la localidad de Carlos María Naón, una de las más afectadas por las inundaciones. Sin embargo, participaron productores de todo el partido de 9 de Julio, que se sienten igualmente desprotegidos y sin respuestas concretas por parte de las autoridades locales.

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De la protesta a la Justicia

El malestar no solo se expresó en manifestaciones, sino también en la vía judicial. Productores de 9 de Julio y Carlos Casares presentaron recientemente una denuncia penal contra la intendenta de 9 de Julio, María José Gentile, y su par de Carlos Casares, Daniel Stadnik. La acusación incluye los delitos de estrago por inundación, omisión impropia e incumplimiento de los deberes de funcionario público.

Los manifestantes aseguran que llevan meses pidiendo soluciones, pero que las autoridades evitan recibirlos y, en algunos casos, directamente minimizan la gravedad de la situación. El enojo creció al considerar que no hay un plan de obras a corto plazo ni medidas de emergencia suficientes para aliviar los daños.

Un conflicto que se agrava

El clima de tensión en el campo bonaerense recuerda a otras épocas de fuertes enfrentamientos con los gobiernos locales y provinciales. Los productores advierten que, de no haber respuestas concretas, las protestas se intensificarán y podrían extenderse a otras localidades afectadas por el exceso de agua.

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El reclamo no se limita a la coyuntura climática, sino que apunta a un problema estructural: la falta de planificación y mantenimiento de la infraestructura hídrica y vial. Los productores insisten en que los municipios deben rendir cuentas sobre el destino de los fondos recaudados mediante tasas específicas.

La protesta de 9 de Julio se convirtió así en un símbolo del hartazgo rural, un grito que busca ser escuchado en medio de la emergencia. Mientras tanto, la producción agrícola-ganadera sigue paralizada, los caminos anegados y la incertidumbre crece ante la falta de soluciones inmediatas.

En definitiva, los productores de 9 de Julio expresaron en la calle lo que hace tiempo vienen denunciando en voz baja: están hartos. Hartazgo por las pérdidas, por la inacción oficial y por la sensación de abandono en una región que históricamente ha sido motor de la producción bonaerense.