6666 Ranch: la leyenda texana que se convirtió en un imperio de la ganadería y la historia lo cruzó con Yellowstone


El 6666 Ranch emerge en el corazón del oeste de Texas, donde la llanura parece no tener fin y el viento aún trae ecos del Viejo Oeste, se extiende uno de los establecimientos ganaderos más emblemáticos de Estados Unidos: el rancho Four Sixes, 6666 Ranch o también conocido como “The Sixes”. La historia de este gigante rural —que hoy abarca unas 260.000 acres (≈ 105.200 hectáreas) entre sus dos grandes unidades, la sede principal en Guthrie y el rancho Dixon Creek— está marcada por la visión de un hombre, la fuerza de una marca y una tradición ganadera que supera los 150 años.

Los orígenes de 6666 Ranch: la marca que lo empezó todo

La historia comenzó en 1870, cuando el capitán Samuel “Burk” Burnett compró 100 cabezas de ganado marcadas con el famoso “6666 Ranch”. De esa simple adquisición nació una empresa que luego sería Burnett Ranches LLC, una de las más antiguas y prestigiosas de Texas. Con los años, Burnett expandió su operación y en 1900 adquirió las tierras que hoy conforman la sede histórica del rancho. El mito afirma que Burnett ganó el establecimiento en una partida de póker con una mano de cuatro seises; su familia siempre lo negó, pero la anécdota se volvió parte inseparable del folclore texano.

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Foto: www.6666ranch.com

En realidad, el nombre proviene del primer rebaño marcado “6666”, y esa marca se transformó en un símbolo de calidad y prestigio.

Durante las primeras décadas del siglo XX, Burnett impulsó una ganadería de elite: crió toros Hereford y Durham que ganaron exposiciones nacionales y posicionaron al rancho entre los más reconocidos del país. Sin embargo, no estuvo exento de dificultades. En 1918, una tormenta de nieve mató 2.000 animales y, tres años después, la aparición de petróleo en sus tierras reconfiguró su economía para siempre.

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Foto: www.6666ranch.com

Un legado familiar que sostuvo el espíritu del Oeste

Tras la muerte de Burnett en 1920, el rancho pasó a manos de su nieta Anne Valliant Burnett Tandy, quien reforzó el vínculo del 6666 Ranch con la industria del caballo Cuarto de Milla. Bajo su gestión llegaron ejemplares legendarios como Grey Badger II y Hollywood Gold, que transformaron al rancho en una potencia genética.

En los años 60 y 70, parte del establecimiento fue escenario de publicidades de Marlboro y, en 1975, de la película Mackintosh and T.J., lo que consolidó su lugar en la cultura popular. La tradición continuó con Anne Windfohr Marion, bisnieta de Burnett, quien modernizó la gestión y sumó tecnología sin abandonar el espíritu vaquero.

Tras su muerte en 2020, el rancho fue vendido en 2021 —tasado en 347,7 millones de dólares— a un grupo de inversión asociado al productor de series western Taylor Sheridan, creador de Yellowstone.

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Foto: www.6666ranch.com

Un imperio ganadero con visión de largo plazo

El 6666 Ranch es, antes que nada, una operación ganadera viva, dinámica y en constante evolución. Su escala impresiona incluso dentro del estándar texano: más de 116 potreros que van desde unas pocas centenas de acres hasta casi 16.000 acres —equivalentes a unas 6.475 hectáreas—, un sistema de abastecimiento de agua que incluye 18 pozos solares, 29 molinos de viento, 10 bombas sumergibles y 66 tanques, y una estructura laboral que oscila entre 50 y 100 empleados, según la época del año. Todo funciona como un engranaje silencioso, preciso, afinado por más de siglo y medio de tradición y mejora continua.

Hoy, el corazón productivo del rancho late al ritmo de un hato compuesto por 6.000 a 7.000 vacas Angus, resultado de una transición estratégica desde el Hereford hace dos décadas. El cambio no fue caprichoso: buscaba mayor calidad de carne, mejor respuesta sanitaria y más eficiencia en feedlots, tres variables que hoy definen la competitividad ganadera en Estados Unidos. El programa de selección del 6666 Ranch es implacable: cada vaca debe parir un ternero sano por año y llegar al otoño en condiciones óptimas, sin segundas oportunidades. Solo quedan las que “pueden ganarse la vida”, como resume Joe Leathers, gerente del rancho.

Los casi 20 vaqueros a tiempo completo representan un puente vivo entre el pasado y el futuro. Siguen trabajando solo a caballo, como lo han hecho generaciones antes, pero hoy sus tareas se apoyan en tecnologías que transformaron la gestión ganadera moderna: identificación electrónica, trazabilidad digital, sistemas de bajo estrés y estructuras de manejo diseñadas según el comportamiento animal. La tradición no se abandona; se perfecciona.

Ese cambio tecnológico —que hoy parece natural— tuvo un punto de inflexión en los años 2011 y 2012, cuando una fuerte sequía obligó al rancho a trasladar parte del rodeo entre distintos estados. Para cumplir con las exigencias sanitarias y administrativas, el Four Sixes comenzó a utilizar identificación electrónica (EID). Lo que nació como una necesidad coyuntural terminó convirtiéndose en una herramienta decisiva para la gestión del rodeo.

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Foto: www.6666ranch.com

A diferencia del viejo sistema de caravana visual, la EID permite almacenar una cantidad prácticamente ilimitada de datos por animal: historia reproductiva, tratamientos veterinarios, desempeño en feedlot, ubicación, movimientos, depreciación del rodeo, reemplazos, información de partos y registros sanitarios. “La tecnología de ultra alta frecuencia (UHF) es lo más avanzado que tenemos —explica Leathers—. Es prácticamente manos libres: permite leer grupos enteros de animales incluso cuando están mezclados, sin necesidad de arriarlos uno por uno”.

El impacto es profundo. Los beneficios incluyen menor estrés animal, menos costos laborales, mayor eficiencia operativa y una trazabilidad que no solo satisface requisitos de la industria, sino que abre puertas comerciales. Hoy, esa información detallada permite al Four Sixes participar en programas de carne natural, libre de hormonas y certificada para exportación, todos con premios adicionales por calidad.

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Foto: www.6666ranch.com

Para Leathers, la trazabilidad no es solo una herramienta productiva: es también una exigencia del consumidor moderno y un elemento clave del programa nacional de Animal Disease Traceability (ADT), que brinda garantías al público y sostiene la reputación sanitaria de la ganadería estadounidense. La información detallada incluso permite ajustar la genética: cuando el rancho detectó que un grupo de toros aumentaba el porcentaje de canales Prime, modificó su programa de selección para amplificar esos resultados.

El 6666 Ranch demuestra que la excelencia ganadera moderna no es fruto del azar. Es el resultado de un equilibrio delicado entre tradición y tecnología, donde la historia pesa, pero el futuro manda. En el corazón del oeste texano, este imperio ganadero sigue marcando el rumbo del siglo XXI con la misma visión que Samuel Burk Burnett imprimió hace más de 150 años: trabajar la tierra, cuidar los animales y apostar, siempre, a largo plazo.

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Foto: www.6666ranch.com

El templo del caballo Cuarto de Milla

En paralelo, el 6666 Ranch es un referente mundial en caballos Cuarto de Milla. Sus sementales son buscados por criadores de todo Estados Unidos, y su programa de yeguas madres es considerado uno de los más sólidos del sector. La combinación de tradición, genética probada y servicios veterinarios avanzados le permitió consolidarse como una marca registrada dentro de la industria equina.

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Foto: www.6666ranch.com

Una leyenda que sigue creciendo

Con más de siglo y medio de historia, 6666 Ranch permanece como un símbolo vivo del Oeste: una empresa ganadera moderna que aún honra la esencia vaquera, un campo que combina innovación y tradición, y un legado que trascendió generaciones. Su marca “6666”, nacida casi por azar, terminó grabada no solo en el lomo del ganado, sino en la historia profunda de Texas.